El aire acondicionado, indispensable en muchos hogares cordobeses cuando los termómetros rozan o superan los 40 grados, se ha convertido en un lujo inalcanzable para buena parte de la población. Dos de cada tres familias que acuden a Cruz Roja en busca de apoyo no pueden mantener sus viviendas a una temperatura adecuada durante los meses de verano.
Esta situación, lejos de ser un dato puntual, refleja una realidad persistente. Según el informe El impacto de la pobreza energética en la vulnerabilidad social de la población atendida por Cruz Roja en el contexto de la crisis inflacionaria, elaborado en colaboración con la Cátedra de Energía y Pobreza de la Universidad Pontificia Comillas, el 63 por ciento de las personas asistidas por la entidad humanitaria viven en situación de pobreza relativa, y un 68 por ciento padece una carencia material y social severa.
“Son muchas las familias cordobesas que, cuando llegan las temperaturas extremas, atraviesan verdaderas dificultades para mantener su vivienda en unas condiciones confortables y adecuadas para la salud. A todas ellas intentamos apoyarlas de dos modos: tanto con el pago de las facturas cuando se puede, como ofreciéndoles consejos para mejorar el ahorro energético y la gestión de la economía doméstica”, explicó Ángel Córdoba, responsable provincial del programa de Atención a personas en situación de extrema vulnerabilidad de Cruz Roja.
Desde principios de año, la institución ha ayudado a 59 familias en la provincia de Córdoba —en la capital, Priego de Córdoba y Villanueva de Córdoba— a afrontar un total de 94 facturas, en su mayoría de luz (76), además de recibos de agua (18).
Estas ayudas se enmarcan dentro del proyecto “Intervención con personas en situación de extrema vulnerabilidad”, financiado por la Consejería de Inclusión Social, Juventud, Familias e Igualdad de la Junta de Andalucía y por fondos propios de la entidad.
Pero el apoyo va más allá del plano económico. En estos días de calor sofocante, el voluntariado de Cruz Roja ha comenzado a repartir ventiladores en hogares de personas mayores en situación de vulnerabilidad. No es la primera vez que lo hacen, y todo indica que no será la última. Esta medida se suma a otras ya habituales, como el seguimiento telefónico a personas mayores o el asesoramiento para ahorrar en el consumo doméstico.
En paralelo, la Unidad de Emergencia Social de Cruz Roja recorre las calles de Córdoba tres veces por semana —martes, jueves y sábado— para llevar alimentos, bebidas frías y apoyo humano a personas sin hogar, uno de los colectivos más castigados por las altas temperaturas. Son gestos que, aunque modestos, pueden marcar la diferencia entre una jornada soportable y una experiencia extrema.
Cada una de estas acciones responde a una prioridad compartida: mitigar los efectos de la pobreza energética y proteger a quienes más sufren las consecuencias del cambio climático y las desigualdades económicas. Y es que, para muchas familias cordobesas, encender un ventilador o abrir el grifo con tranquilidad no es una opción, sino un privilegio.
Esta situación, lejos de ser un dato puntual, refleja una realidad persistente. Según el informe El impacto de la pobreza energética en la vulnerabilidad social de la población atendida por Cruz Roja en el contexto de la crisis inflacionaria, elaborado en colaboración con la Cátedra de Energía y Pobreza de la Universidad Pontificia Comillas, el 63 por ciento de las personas asistidas por la entidad humanitaria viven en situación de pobreza relativa, y un 68 por ciento padece una carencia material y social severa.
“Son muchas las familias cordobesas que, cuando llegan las temperaturas extremas, atraviesan verdaderas dificultades para mantener su vivienda en unas condiciones confortables y adecuadas para la salud. A todas ellas intentamos apoyarlas de dos modos: tanto con el pago de las facturas cuando se puede, como ofreciéndoles consejos para mejorar el ahorro energético y la gestión de la economía doméstica”, explicó Ángel Córdoba, responsable provincial del programa de Atención a personas en situación de extrema vulnerabilidad de Cruz Roja.

Desde principios de año, la institución ha ayudado a 59 familias en la provincia de Córdoba —en la capital, Priego de Córdoba y Villanueva de Córdoba— a afrontar un total de 94 facturas, en su mayoría de luz (76), además de recibos de agua (18).
Estas ayudas se enmarcan dentro del proyecto “Intervención con personas en situación de extrema vulnerabilidad”, financiado por la Consejería de Inclusión Social, Juventud, Familias e Igualdad de la Junta de Andalucía y por fondos propios de la entidad.
Pero el apoyo va más allá del plano económico. En estos días de calor sofocante, el voluntariado de Cruz Roja ha comenzado a repartir ventiladores en hogares de personas mayores en situación de vulnerabilidad. No es la primera vez que lo hacen, y todo indica que no será la última. Esta medida se suma a otras ya habituales, como el seguimiento telefónico a personas mayores o el asesoramiento para ahorrar en el consumo doméstico.

En paralelo, la Unidad de Emergencia Social de Cruz Roja recorre las calles de Córdoba tres veces por semana —martes, jueves y sábado— para llevar alimentos, bebidas frías y apoyo humano a personas sin hogar, uno de los colectivos más castigados por las altas temperaturas. Son gestos que, aunque modestos, pueden marcar la diferencia entre una jornada soportable y una experiencia extrema.
Cada una de estas acciones responde a una prioridad compartida: mitigar los efectos de la pobreza energética y proteger a quienes más sufren las consecuencias del cambio climático y las desigualdades económicas. Y es que, para muchas familias cordobesas, encender un ventilador o abrir el grifo con tranquilidad no es una opción, sino un privilegio.
REDACCIÓN / ANDALUCÍA DIGITAL
FOTOGRAFÍA: CRUZ ROJA ESPAÑOLA
FOTOGRAFÍA: CRUZ ROJA ESPAÑOLA

