Bodegas Alvear, una de las firmas de referencia de la Denominación de Origen Protegida (DOP) Montilla-Moriles, ha recibido uno de los reconocimientos más importantes del año en el mundo del vino. Su Pedro Ximénez de Sacristía de la Añada 1998 ha sido distinguido con 98 puntos en la edición 2026 de la Guía Peñín, manual de referencia de los vinos españoles a nivel nacional e internacional.
De este modo, la firma montillana vuelve a situar uno de sus vinos entre los mejor valorados a nivel nacional, un logro que no solo enaltece la trayectoria de esta centenaria bodega, sino que también vuelve a colocar el nombre de Montilla-Moriles en lo más alto del panorama vitivinícola español.
El vino galardonado, una auténtica obra de arte enológica, es el resultado de una meticulosa selección de las mejores cosechas de Pedro Ximénez desde 1998. Tras más de veinte años de crianza estática en la emblemática bodega de Las Higueras, el PX de Sacristía 1998 emerge como un vino que conjuga experiencia, paciencia y pasión. Cada sorbo es una invitación a recorrer la historia, a detenerse en el tiempo y a rendirse ante la complejidad de los matices que solo puede ofrecer un vino con alma.
Y es que su presencia no deja indiferente a nadie. En copa, muestra un profundo color caoba, tan oscuro que roza el negro. Es un vino que se mira despacio, como quien contempla un óleo antiguo. En nariz, el despliegue aromático es tan amplio como sugerente: destacan las notas de uva pasificada, mermelada de ciruela, caramelo y sutiles trazos balsámicos.
Pero es en boca donde la experiencia se eleva. Su textura sedosa envuelve el paladar, revelando capas de sabor que se superponen con armonía: cacao, café, madera noble, cuero... y un punto ácido que realza su dulzor natural. Un equilibrio casi poético que convierte su degustación en un viaje sensorial inolvidable.
Lejos de ser un vino convencional, el PX de Sacristía 1998 está concebido para disfrutarse sin prisas. Es ideal como broche final de un almuerzo memorable, pero también se muestra majestuoso junto a chocolates intensos, frutas escarchadas o, incluso, acompañando un buen habano. Es un vino que exige tiempo y respeto, que premia la calma y el detalle. No es solo para beber, sino para celebrar.
Con este reconocimiento, Bodegas Alvear suma un nuevo hito a su ya legendaria trayectoria. No es la primera vez que sus vinos emocionan a los críticos más exigentes del mundo. En anteriores ocasiones, la casa ha recibido distinciones como los 100 puntos Parker para su PX 2011 o los 100 puntos Peñín para el histórico PX 1830. Distinciones que hablan no solo de la calidad, sino de una manera de entender el vino como herencia, como identidad y como arte.
Fundada en 1729, Bodegas Alvear es la bodega más antigua de Andalucía y una de las más antiguas de España. A lo largo de casi tres siglos, ocho generaciones de la familia Alvear han sabido conservar un legado que va más allá del viñedo: conocimientos transmitidos con respeto, valores que se mantienen intactos y una forma de hacer vino que honra el pasado sin dejar de mirar al futuro. Hoy, la firma continúa apostando por la autenticidad y la singularidad del viñedo montillano, con una filosofía basada en la calidad, la sostenibilidad y la conexión con la tierra.
En un mundo cada vez más acelerado, donde lo inmediato suele imponerse sobre lo esencial, propuestas como el Pedro Ximénez de Sacristía 1998 recuerdan que la excelencia requiere tiempo. Tiempo para seleccionar, para criar, para esperar… Pero también para disfrutar. Porque hay vinos que no solo se beben: se sienten, se piensan y se recuerdan.
De este modo, la firma montillana vuelve a situar uno de sus vinos entre los mejor valorados a nivel nacional, un logro que no solo enaltece la trayectoria de esta centenaria bodega, sino que también vuelve a colocar el nombre de Montilla-Moriles en lo más alto del panorama vitivinícola español.
El vino galardonado, una auténtica obra de arte enológica, es el resultado de una meticulosa selección de las mejores cosechas de Pedro Ximénez desde 1998. Tras más de veinte años de crianza estática en la emblemática bodega de Las Higueras, el PX de Sacristía 1998 emerge como un vino que conjuga experiencia, paciencia y pasión. Cada sorbo es una invitación a recorrer la historia, a detenerse en el tiempo y a rendirse ante la complejidad de los matices que solo puede ofrecer un vino con alma.

Y es que su presencia no deja indiferente a nadie. En copa, muestra un profundo color caoba, tan oscuro que roza el negro. Es un vino que se mira despacio, como quien contempla un óleo antiguo. En nariz, el despliegue aromático es tan amplio como sugerente: destacan las notas de uva pasificada, mermelada de ciruela, caramelo y sutiles trazos balsámicos.
Pero es en boca donde la experiencia se eleva. Su textura sedosa envuelve el paladar, revelando capas de sabor que se superponen con armonía: cacao, café, madera noble, cuero... y un punto ácido que realza su dulzor natural. Un equilibrio casi poético que convierte su degustación en un viaje sensorial inolvidable.
Lejos de ser un vino convencional, el PX de Sacristía 1998 está concebido para disfrutarse sin prisas. Es ideal como broche final de un almuerzo memorable, pero también se muestra majestuoso junto a chocolates intensos, frutas escarchadas o, incluso, acompañando un buen habano. Es un vino que exige tiempo y respeto, que premia la calma y el detalle. No es solo para beber, sino para celebrar.

Con este reconocimiento, Bodegas Alvear suma un nuevo hito a su ya legendaria trayectoria. No es la primera vez que sus vinos emocionan a los críticos más exigentes del mundo. En anteriores ocasiones, la casa ha recibido distinciones como los 100 puntos Parker para su PX 2011 o los 100 puntos Peñín para el histórico PX 1830. Distinciones que hablan no solo de la calidad, sino de una manera de entender el vino como herencia, como identidad y como arte.
Fundada en 1729, Bodegas Alvear es la bodega más antigua de Andalucía y una de las más antiguas de España. A lo largo de casi tres siglos, ocho generaciones de la familia Alvear han sabido conservar un legado que va más allá del viñedo: conocimientos transmitidos con respeto, valores que se mantienen intactos y una forma de hacer vino que honra el pasado sin dejar de mirar al futuro. Hoy, la firma continúa apostando por la autenticidad y la singularidad del viñedo montillano, con una filosofía basada en la calidad, la sostenibilidad y la conexión con la tierra.
En un mundo cada vez más acelerado, donde lo inmediato suele imponerse sobre lo esencial, propuestas como el Pedro Ximénez de Sacristía 1998 recuerdan que la excelencia requiere tiempo. Tiempo para seleccionar, para criar, para esperar… Pero también para disfrutar. Porque hay vinos que no solo se beben: se sienten, se piensan y se recuerdan.
JUAN PABLO BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: BODEGAS ALVEAR
FOTOGRAFÍA: BODEGAS ALVEAR

