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Aureliano Sáinz | Cómo piensan los niños

Quisiera comenzar por un hecho un tanto anecdótico que recientemente me ha acontecido, pero que sirve de ejemplo de cómo construyen los más pequeños sus formas de pensamiento, y que con frecuencia suelen sorprendernos. Me encontraba parado al lado de un semáforo esperando cruzar a que se pusiera verde para los peatones. En ese momento llega un padre con un niño y se sitúan a mi lado. De modo espontáneo el pequeño le pregunta a su padre refiriéndose a mí: “¿Este es un abuelo?”. El padre, quizás con el deseo de no molestarme le indica: “Es un señor”.


Miro al niño y le reafirmo lo que dice: “Sí, yo soy un abuelo, puesto que tengo un nieto, aunque un poco mayor que tú”. A continuación, me dirijo al padre y le pregunto la edad de su hijo. “Tiene dos años, aunque acercándose a los tres”, me informa. Miro al niño y al tiempo que le digo: “¿Tú tienes abuelos?”. El niño me responde que no. Sorprendido el padre le indica que tiene dos abuelos, añadiendo, “aunque son más jóvenes”. La charla se acaba aquí, puesto que ya ha aparecido la figura verde que nos indica que podemos cruzar.

Me despido, acariciando el pelo del niño y me pongo a pensar que, quizás, el padre no comprendiera que su hijo se refería a que los abuelos son los que él ve en los cuentos tienen la barba y el pelo blancos, como me sucede a mí desde hace un par de décadas.

Lo cierto es que los niños de corta edad no entienden los vínculos familiares excepto los relacionados con sus padres y sus hermanos, caso de que los tuviere. Sucede que en la actualidad los abuelos suelen vivir en domicilios distintos, por lo que es necesario que se les explique que ellos –los abuelos– o ellas –las abuelas– son los padres y madres de sus propios padres.

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En realidad, tal como se puede comprobar en el último libro que he publicado, El dibujo de la familia, la presencia de los abuelos en las escenas que ellos dibujan suele comenzar, aproximadamente, hacia los seis o siete años, cuando tienen claro esos vínculos que articulan a las familias, incluyendo las transformaciones que en la actualidad se producen.

Para que veamos algunos ejemplos de lo que indico, he seleccionado algunos dibujos de niños de cuatro años, que es la edad en la que mayoritariamente comienzan a realizar las figuras, habiendo dejado atrás los garabatos, para que veamos cómo representan la idea que tienen de la familia.

En la portada, aparece el dibujo de Alejandro, en el que muestra a su madre en gran tamaño y a él mismo junto a ella, de modo que se ha coloreado la vestimenta de color marrón. En el lado derecho aparece el padre. Incorpora dos figuras pequeñas, pero que no supo explicar quiénes eran.


En este caso, Martina, se ha dibujado entre su madre y su padre, ya que era en ese momento hija única. En este caso, es el padre el que aparece representado con gran tamaño, expresión de que la pequeña lo siente como grande y poderoso.


Óscar ha añadido a su hermanito en brazos de su madre, por lo que entiende que ya no puede ser el centro de atenciones. Ahora, logra diferenciar los rasgos de los géneros masculino y femenino por el trazado del pelo, ya que en su madre las líneas son más alargadas.


La casa suele aparecer con bastante frecuencia en los dibujos de los escolares, especialmente en las edades pequeñas, ya que es el símbolo que le da sentido a la idea de familia, puesto que sin ella se perdería el significado espacial y emocional de este grupo social. Es lo que expresa Pablo, que ha representado a su familia dentro de la casa, de modo que a cada uno de ellos les pone su nombre para que se les pueda identificar.


En el anterior dibujo, de Ana, aparece ella misma como la más grande de una familia formada por cuatro miembros. Resulta curioso que el cuerpo de las cuatro figuras lo haya realizado de forma triangular, ya que esta forma geométrica la suelen emplear los pequeños para el cuerpo de las figuras femeninas.

No me extiendo más. Tal como he indicado en otras ocasiones, fue el psicólogo Jean Piaget el que estudió la evolución del pensamiento infantil desde los primeros años. De todos modos, para mí fue una sorpresa de que un niño pequeño considerara que son abuelos los mayores que tenemos el pelo y la barba blanca, tal como acontece en los cuentos o películas que ellos han visto.

AURELIANO SÁINZ

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