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El cambio climático podría reducir en torno a un 80% la superficie apta para el cultivo del olivar en Andalucía

La previsible subida de las temperaturas en 2,5 grados centígrados hasta el año 2050 podría tener consecuencias devastadoras en el campo andaluz: la reducción de cerca de un 80 por ciento de la superficie apta para el cultivo del olivar en la región. Así se desprende del primer gran estudio divulgativo en torno a la evolución del clima y sus impactos en las explotaciones agrícolas del país, realizado por el responsable del Departamento de Riesgos Agrarios de la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG), Pablo Resco.


Esta "factura climática", que afectaría asimismo a cultivos como el viñedo –con una pérdida estimada del 20 por ciento del cultivo de alta calidad en España– o el trigo –con un rendimiento de un 15 por ciento más bajo en el sur y en el centro del país–, podría ser especialmente preocupante en el caso del olivar andaluz.

En concreto, el estudio Empieza la cuenta atrás. Impactos del cambio climático en la agricultura española sostiene que el cambio climático podría llegar a reducir hasta en un 80 por ciento la superficie apta para el cultivo del olivar en Andalucía en variedades de secano como hojiblanca y manzanilla.

Únicamente la variedad picual podría mantener los rendimientos en secano en las zonas interiores de cultivo, aunque el aumento de temperaturas reduciría los rendimientos en todas las productoras de Sevilla (-83 %), Cádiz (-72 %), Córdoba (-41 %) y Jaén (-13 %).

“Aunque existen medidas de adaptación que podrían amortiguar parte del impacto, éstas tienen una capacidad limitada que podría verse sobrepasada si no hay una reducción de las emisiones de gases de efecto invernadero a nivel global y en todos los sectores", aseguró el autor del estudio sobre los efectos del cambio climático en el campo andaluz.

Efectos en el olivar

En general, el aumento de temperaturas se traduciría en un aumento de la evapotranspiración y en un descenso de las precipitaciones, lo que contribuiría a un aumento del déficit hídrico, especialmente durante el verano, hasta valores que podrían superar los límites tolerados por los olivos. Esto solo sería parcialmente compensado por los efectos positivos del incremento de la concentración de CO2.

El cambio climático puede manifestarse también en forma de un aumento del número e intensidad de pedriscos o de lluvias intensas. Estas últimas podrían incrementar la erosión en los suelos de olivar, un cultivo especialmente vulnerable a este proceso debido a su distribución en zonas con altas pendientes En cuanto a la calidad, el aumento de las temperaturas podría acelerar ciclos y obligar a realizar cosechas tempranas, aunque con niveles de madurez más bajos que los actuales.

Un estrés hídrico moderado podría tener un efecto beneficioso en la calidad del aceite, aunque si se superasen ciertos niveles, se podría producir una disminución del contenido en ácido oleico y aromas, y un aumento excesivo del amargor, además de reducir el tamaño del fruto y su contenido en aceite.

Por último, el calentamiento del clima también podría aumentar el área de distribución de la mosca del olivo y de algunas subespecies de Xylella hacia el norte, aunque al mismo tiempo podrían disminuir los daños en las zonas más cálidas donde los veranos son más calurosos. No obstante, al suavizarse las temperaturas invernales en estas zonas, podrían aumentar los ataques de otros insectos como los de algunas especies de polilla del olivo.

“Aunque algunos de estos efectos ya sean visibles, entender las consecuencias de los riesgos climáticos es la base para desarrollar estrategias de prevención del cambio climático y protección del mundo agrícola, a base de financiación y políticas regionales, nacionales y comunitarias. Tomar acción hoy de forma urgente con el objetivo de mantener el calentamiento por debajo de los 1,5 grados, es más eficiente y menos costoso", destacó, por su parte, Miguel Padilla, secretario general de COAG a nivel nacional.

REDACCIÓN / ANDALUCÍA DIGITAL
FOTOGRAFÍA: JOSÉ ANTONIO AGUILAR

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