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Pepe Cantillo | Ventiladores

Empezamos la aventura que estamos viviendo con algo de retraso y, para colmo, poco a poco se ha ido filtrando la idea de que el peligro ya se está alejando. Estamos más bien equivocados. Si decimos que lo peor de dicha aventura ya pasó puede que cometamos un serio error que nos pondría al borde del precipicio, por supuesto sin darnos cuenta.



O mejor, siendo muy confiados supondríamos que no nos coge y, dentro de cierta lógica, solo cabe decir que el incidente no me ha pillado de momento, por suerte. Han pasado ya más de cien días (135) desde que la autoridad competente nos confinó y casi 200 desde que la presencia vírica empezó a dar señales de su maldad en España. Pensemos que el virus es volandero y en cualquier momento podría retomar con furia lo que se le quedó atrás. Los rebrotes aparecidos hablan por sí solos.

Bien, dicho lo dicho, estamos en la segunda etapa de este maléfico incidente y, de momento, solo podemos contarlo. Nos han inoculado, a la chita callando, una sobredosis tal de optimismo que el miedo ha sido arrinconado y, en esta segunda fase, las ganas de volar son tan fuertes que hasta desafiamos al diablo.

Para seguir alimentando dicho optimismo y movernos dentro de una cierta placidez, “las fuerzas superiores (el Gobierno y sus frentes individualizados)” desde sus respectivos pedestales, nos han puesto en marcha una gama de ventiladores psicoemocionales que refrescan posibles miedos y el sofoco que ello pueda provocarnos.

No olvidemos que cada bloque de los mandos superiores va a la suya y casi por libre desde un marcado postureo, es decir, desde una “actitud artificiosa e impostada que se adopta por conveniencia o presunción” (sic). Prueba fehaciente nos la ofrecen los diversos derroteros por los que discurren unos y otras.

La razón de tales ventiladores es distraer al personal y evitar que, de un acceso de ira, le dé un calentón de protestas ante posibles fallos, bulos o mentiras y pueda hacer y hacerse daño. Ejemplos de tales distraimientos, por parte de unos y otras, hemos sufrido una buena cantidad en el plazo de los últimos siete meses. Me atrevería a resumirlo en aquella canción infantil “ahora que estamos a tiempo, vamos a contar mentiras. Por el mar corren las nieves…”.

El por qué de los ventiladores. Se activan sobre todo para cargar contra el enemigo y distraer o despistar a los fieles. Frente a los errores, cambios de pareceres de la autoridad, fallos varios, un buen ventilador refresca el cabreo ciudadano.

Digamos que están siendo muy cucos al aventar noticias que no van a solventar nada pero distraen de los problemas esenciales (muertos, residencias, mascarillas, crisis económica, paro, existencia de pobreza y líos mil…) que ha dejado el virus y, a la par, cabrean o indignan al sometido pueblo que es la única y verdadera razón de todo este embrollo, ofertándole descaradamente un blanco.

Surge una pregunta tonta: ¿pero no es más urgente y necesario sanear el terreno de bichitos demoledores que nos abocan a las puertas del cementerio además de arruinar la economía? Eso también, pero metamos bulla con otra serie de problemas propios del mangoneo de determinados sectores carcas o fachas o, simplemente, poco simpatizantes con la autoridad defensora de la nueva democracia.

Como ejemplo pueden valer algunos asuntos muy serios. En primer plano pongamos el tema del Rey Emérito que, desde luego, no es una apetecible sopaipa y, por tanto, queremos justicia. Es necesario entrar a fondo, cuando se pueda, e hincarle el diente a UN tema que ya es viejo, pero interesa traerlo a la pantalla ahora para calentar motores.

Metidos en faena sigamos aventando el estercolero de los Bárcenas y amigotes del PP que están hasta el cuello de mierda olorosa. Hay más. Machaquemos a todos aquellos que piensan de forma distinta a nosotros. ¿Pensamiento único? Bueno…

Otro ventilador puesto en marcha la semana pasada –pero creo que se desenchufó muy rápido y casi solo– atañe al tema Pujol “and company”. Es un asunto que sale de cuando en cuando –da la impresión de que está programado para aparecer en momentos cruciales– y se esconde solo. Está claro que los deseos de resolverlo no aparecen.

Respuesta clara: "Es que estamos ante un problema de la Justicia", nos podrán decir desde distintos frentes. Ante dicho argumento hay que responder: “amén”. Como la memoria está bastante saturada de asuntos de este tipo y como prensa –lo que se dice prensa– se lee poca, pues que siga su camino el tema.

El titular de El País con fecha 19 de julio pasado, es elocuente: “Los Pujol, historia de 20 años de corrupción en Cataluña”. Esto parece el cuento de Blancanieves y los siete enanitos, dado que siete son los hijos. Hago referencia a este ventilador porque cuando lo cité aparecía como novedad.

En el artículo De oca a oca aludía al Centro de Estudios Jordi Pujol del que dependía “Edu21” como iniciativa dedicada a la Ética y a la promoción de valores en educación. El proyecto funcionaba “para mayor gloria de Él”, adaptación libre por mi parte del lema jesuítico “ad maiorem Dei gloriam”. Estamos ante “un engaño de 34 años”. Eso sí, la iniciativa Ética servía para aparecer “peinao y bien lavao”.

Otro ventilador que tampoco se ha puesto en marcha en estos días. ¿Recuerdan el tema de los ERE de nuestra querida Andalucía? El asunto está “sub judice” y no hay nada que decir. Silencio absoluto. Es normal dado que dicho peñasco es de mi partido y no se debe tirar piedras sobre el propio tejado. Amén.

En el artículo ERE que ERE hablaba largo y tendido de la lacra de la corrupción y citaba al escritor y pensador José Luis Sampedro, que decía: “hay corrupción porque hay hombres en venta y otros dispuestos a comprarlos”. ¡Está todo dicho!

Indudablemente, si el Gobierno fuera de otro color está claro que enchufaría otros ventiladores para desviar el posible fuego que pueda salir del pueblo. Muchos españoles esperábamos más del Gobierno socialista pero los vientos han ido por otros senderos buscando tal vez entronizar el ego.

Los datos que afectan al Gobierno y su mejor andadura puede que los oigamos con un gesto de desagrado pero nada más. "¿Algún ventilador apagado sobre algo reciente o más lejano?", se podría preguntar con ingenuidad.

¿Rescate o acuerdo con Bruselas? Las autoridades comunitarias niegan que estemos ante un rescate. “No es un instrumento de rescate”, informa Paolo Gentiloni, comisario de Asuntos Económicos. Que salga el sol por Antequera.

Desde que empezó el baile vírico ha habido algunos enchufes a familiares y amigotes. Se supone que es una forma cariñosa de luchar contra el dichoso paro que pudiera haber antes del virus y el que ha producido el “estado de sitio” (llamado confinamiento o, en tono más torero, encierro). Hombre, es normal: hay que disponer de personal en el que confiar.

¿Quién dijo parados? El número total ronda casi unos cuatro millones (3.862.883) y subiendo, salvo que lo remedie un milagro. Bien es verdad que las cifras suben o bajan dependiendo de quién las dé. La fuente que cito es de Europa Press, sobre la base de informaciones del Ministerio de Empleo y Seguridad Social. Comprendo que hay noticias más importantes a las que dar aire.

Embustes, fraudes y mentiras se agarran del brazo como un matrimonio bien avenido y, cómo no, los enchufes y el nepotismo comen a costa de la mano de sus bienhechores a los que les bailan el agua. Estamos en un país que hace aguas por los cuatro costados.

PEPE CANTILLO