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Buzón del Lector | Capítulos de mi memoria (III)

Baena Digital se hace eco en su Buzón del Lector del tercer capítulo de las memorias remitidas a este periódico por Luis Moreno Castro, alcalde de Baena entre 1995 y 2011. Si desea participar en esta sección, puede enviar un correo electrónico exponiendo su queja, comentario, sugerencia o relato. Si quiere, puede acompañar su mensaje de alguna fotografía.

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A veces, pocas, en el devenir histórico de los pueblos, e incluso de la humanidad concebida al modo y parámetros occidentales, una generación vive y desempeña lo que le es propio y perdura condicionando muchas más porque, tras ella, ningún cambio significativo se realizó en muchas décadas e incluso en siglos, más por los avatares que el destino le encomendó a la afortunada generación, que por la vanidad de estimarse elegida de los Dioses cuando es sabido que la evolución la hacen las personas y no las masas.

La Revolución Industrial cambió más la existencia humana que cuatrocientos años de Medievo. Entre mis hijos y mi padre existen más diferencias en sus formas de vida que en los tres siglos anteriores de baenenses. Y esto me ocurrió a mí en política y en Baena.

Si toda España se transformó velozmente con la llegada de la democracia y nuestra entrada en Europa, Baena que partía de un atraso secular paradigma de la Andalucía tópica por su estructura social y económica, asombró y nos sorprendió incluso a los que tuvimos la fortuna de liderar y protagonizar esa portentosa mudanza.

Nuestros vecinos, envidiados sempiternamente, todavía hoy debaten sobre cómo resolver problemas que hace décadas solventamos nosotros. Y así se afanan en restaurar sus Iglesias, construir aparcamientos subterráneos, poner en valor sus yacimientos arqueológicos, reparar sus Castillos, revitalizar su centro histórico, dotarse de un plan general actual, desarrollar regadíos, tener el mejor Instituto, pleno empleo, y así podríamos seguir. No hablo de cualquier lugar, hablo de Priego o Cabra entre otros.

Y tanto avanzamos y a tal velocidad que si no lo constatáramos día a día no podríamos creer cómo hemos pasado en siete años de aquella Baena admirada a esta Baena hundida, abandonada a su suerte y en regresión, prototipo de la “España zaragatera y triste” machadiana a la que hemos vuelto.

Atónitos e indignados asistimos a que antes de que la generación actora hayamos tenido tiempo de gozar los logros, un deterioro destructivo se ha apoderado de la ciudad y de la sociedad sin que nadie se rebele. Destruir está al alcance de cualquier desalmado, lerdo y sin escrúpulos y construir requiere la conjura de los astros y los hados, y la confluencia de seres humanos racionales y bien intencionados.

La “España de charanga y pandereta” que Machado plasmó en sus Poemas del Alma pareciera que estuvieran dedicados a Baena porque los genios ven más allá del tiempo y del espacio. Pero también dejó un grito de rebeldía y esperanza. Y es esta Baena “de la rabia y de la idea” la que tuve la fortuna de pilotar más de veinte años junto a mi generación política y social que nos propusimos modelar la Baena “del cincel y de la maza”, con la complicidad activa de muchos, la pasiva de otros y el antagonismo agresivo de algunos otros, aunque eso sí, muy ruidosos, que en general no concordaban con los descendientes de los señoritos pues más bien eran aspirantes a serlo, que quedaron en gran medida, desaparecidos en la crisis del ladrillo y que han vuelto con la frustración a cuestas.

La última del siglo XX y la primera del XXI fueron las décadas prodigiosas de Baena. Desde las Casas Consistoriales –afrancesamiento que acuñé por ilustrado– todo era posible o al menos lo parecía. Y nos lo creímos hasta tal punto que quienes más denostaban el modelo con ácida crítica apostaban por él en lo privado para enriquecerse.

Otra Baena nacía y a ella dediqué los mejores años de mi vida. Los más completos y primeros equipamientos; depuradora, piscina cubierta, IES, parque de bomberos, Torreparedones, PGOU, ITV, siete mil hectáreas de regadío, Albendín con ropaje de tres mil habitantes, todas las calles y plazas renovadas, recuperados los veinte mil habitantes, pleno empleo técnico con el 4 por ciento de paro, atención social individualizada, servicios de calidad barrio a barrio y casa a casa, actuaciones culturales y recreativas del nivel de Serrat, Ana Belén y grandes orquestas, y nuestros grupos superándose día a día.

El centro histórico cuidado y revitalizado con inversiones multimillonarias. Castillo, albergue, teatro, cine, museos, iglesias, organismos administrativos y de desarrollo públicos y privados, más de dos mil rehabilitaciones de viviendas y cientos de viviendas sociales.

Apoyo al comercio y múltiples programas europeos que contribuyeron a otra Baena que me cambió y no siempre para bien. En 1995 fui proclamado Alcalde con el 43 por ciento de los votos y 9 concejales de 21. Fue el peor resultado del PSOE y mío en toda la serie histórica. El mejor en concejales fue en 1991 con Antonio Moreno y en votos en 1999 conmigo.

Cometí varios errores que nunca corregí del todo. El primero, creer que las obras se explican en sí mismas sin comprender que en política y en general en la vida lo hecho está amortizado en cuanto se inaugura o acaba porque todo el mundo cree que se hizo porque sí y que en cualquier supuesto se hubiera realizado y sólo cuando pasa el tiempo y se tiene perspectiva comparativa se es consciente de lo que se ha perdido pero ya es tarde.

El segundo error del que tampoco nunca me desprendí del todo fue mi misantropía que mis adversarios –enemigos se consideraban ellos– supieron traducir en prepotencia y altanería, “yo soy inmortal e invencible” se empecinan en atribuirme como muestra que expresé en un acalorado debate.

Incluso un reputado periodista me la endosa sin contrastarla. “Moralmente, yo soy inmortal e invencible” fue lo que dije, que fonéticamente es parecido pero semánticamente no tiene nada que ver. Pero al igual que me ocurre con la vanidad, la prepotencia es una vulgaridad tabernaria que repugna mi inteligencia y mi sensibilidad y que dejo para otros, sin embargo, acepto que nunca he sabido discernir si hay en mí un atisbo de soberbia o una antigualla a caballo entre el honor calderoniano y la dignidad, conceptos ambos que no se estilan ni se entienden.

El tercero y grave para un político, no aceptar el poder de los medios y de las masas como un imperativo, hasta el punto de que los primeros me otorgaron dos veces el Premio Alpechín con el que castigaban al político más distante y menos dócil con el cuarto poder –en el fondo se trataba de cuánto dinero destinaba a propaganda institucional y a la frustración de algún profesional que no había conseguido su propósito de premio o medalla–, y en el ámbito local la hostilidad de la poderosa TVB me persiguió hasta el final porque le incoé y resolví un expediente de legalización por el que tendrían que pagar muchas más tasas y retirar su cableado de las infraestructuras públicas y privadas que sin autorización utilizan.

Mi sucesora no aplicó esta resolución estando obligada a ello, con el consiguiente perjuicio para Baena y las consecuencias que se deriven. Pero esta inquina me satisfizo porque era una demostración palpable de mi repugnancia ante los nuevos lobis que se atribuían un poder sin legitimidad.

No obstante, el contacto con la gente se me daba bien y su trato y relación me gratificaban siempre, al mismo tiempo que consideraba ofensivo e impropio ganar votos con besos, abrazos, promesas y dádivas porque el populismo es la perversión de la democracia.

Nadie supo, ni tenía porqué, conocer cuál fue mi aportación a Baena del 83 al 95, pues, con toda lógica, el Alcalde protagonizó y representó lo que le correspondía y aún hoy dudo mucho que un porcentaje medianamente significativo de baenenses sean conscientes de lo que progresó Baena del 95 al 2011 y menos en el futuro porque, como ya he tenido ocasión de expresar, casi con toda seguridad este relato lo hará el plumífero de turno que al servicio del poder reescribirá lo acontecido, sin perder la esperanza de que lo haga un historiador riguroso.

Pero los errores personales nunca son los únicos factores de los resultados electorales, sí creo que debe ser personal la responsabilidad del candidato. No fui bien recibido por el grupo de poder del Ayuntamiento que me vieron como final de etapa para algunos, obstáculos para las legitimas aspiraciones de otros y animadversión de los que quedaron fuera.

Ambiente que se tradujo en apatía y descuido evidente de la ciudad, y tampoco debo ignorar la infausta influencia del Pleno celebrado el 23 de Mayo de 1995 a tres días de las elecciones sobre los problemas del Polígono de los Llanos en el que se hizo víctima a Pilar Tuñón y se la lanzó a la fama.

El equipo de gobierno, posiblemente, fue el de mayor capacidad política que tuve dada su experiencia, competencia y lealtad institucional, y enfrente la oposición más preparada e inteligente; Pilar Tuñón, Javier Alcalá, Manolo Pérez, González Pertiñez y Arenas me obligaron a desplegar mis habilidades, pero debo reconocer que en líneas generales su comportamiento fue responsable con el interés general, salvo alguna maldita injerencia del ladrillo.

Posiblemente este mandato fue el de más alto nivel político, que gané cuando implanté viviendas sociales provisionales en la Haza del Reloj contra numerosos vecinos y toda la oposición para poder demoler el submundo de infraviviendas de Pedro Muñoz. Para ello tuve que solicitar la colaboración de una sección de los cuerpos de intervención de la Guardia Civil que quedó acuartelada y no tuvo que intervenir, pero demostré que no estaba dispuesto a gobernar de rodillas.

José Antonio Albañil, primer Teniente de Alcalde, fue un grato descubrimiento y un acierto por su honestidad, inteligencia y trabajo. Heredé de Antonio Moreno, Alcalde prudente y buen administrador, una Hacienda razonablemente saneada que me permitió lanzarme a una nueva forma de hacer política y desprenderme de complejos y demonios históricos buscando recursos “debajo de las piedras”.

Nosotros seríamos los primeros en todo y deberíamos hacerlo a mayor velocidad por cuanto teníamos que recuperar el mucho tiempo perdido en miserias y confrontaciones, y asumiendo el reto no exento de riesgo, concebí a Baena como un referente en Andalucía de ciudad media que pasó del siglo XIX al XXI casi sin haber vivido el XX.

No sé de donde saqué tanta tenacidad y osadía. En cuatro años de legislatura 95-99, y con base en los años anteriores, el progreso de Baena en todos los órdenes nos hizo recuperar la autoestima y la confianza en nuestras posibilidades de alcanzar en un futuro inmediato objetivos que muy pocos años antes sólo eran quimeras.

Acabar con el paro y las brutales desigualdades, con el atraso histórico y la ruralidad que nos había caracterizado, formulando un modelo basado en la agroindustria, la centralidad comarcal, la cultura emprendedora, el turismo cultural y la atracción de inversiones foráneas.

En 1996, la visita del presidente Chaves lanzó la restauración integral del río Guadajoz con una inversión de más de ciento veinte millones de pesetas, la rehabilitación de la Iglesia de Santa María y la restauración del río Marbella también con decenas de millones de pesetas, y sobre todo avaló el modelo de agrociudad que tuve la ocasión de explicitarle, lo que yo utilicé después adecuadamente.

Se culminó la sede el Centro Tecnológico del Textil y la ubicación del Juzgado en la Plaza del Ayuntamiento y solicitamos el 1% Cultural para la restauración del Castillo en la que el Director General de Planificación del Ministerio de Fomento, Jose María Verdú Valencia, brillante arquitecto y buen amigo, tuvo un papel esencial consiguiendo Baena más de cuatro millones de subvención, algún comentario haré posteriormente.

Se aprobó el Plan General de Ordenación Urbana. Trescientos ochenta mil metros cuadrados de suelo industrial en los Llanos II y Quiebracostillas II gracias a Rafael Onieva. Se fundó Adegua y se impulsó la Mancomunidad que desarrollaron numerosos e importantísimos proyectos y programas, Vadomojón comenzó a embalsar y me lancé a proponer un plan de regadíos de ocho mil hectáreas que entonces parecía utópico.

Se inauguró la ITV, igualmente el colegio de EGB, la OCA, se duplicó el número de pymes y autónomos, bajamos el desempleo al 4%, inversores pusieron sus ojos en Baena porque les inspirábamos seguridad y honestidad como muestra la inversión de cinco mil millones del Tejar.

La depuradora, la estación de autobuses, el parque de bomberos, la piscina cubierta, la ladera sur, sesenta viviendas sociales, cientos de rehabilitaciones de viviendas, se inauguró el Teatro Liceo, comenzaron las obras de restauración de Santa María y las del colegio Virrey del Pino, se dieron los primeros pasos para los aparcamientos, decenas y decenas de calles renovadas en infraestructuras, pavimentación y alumbrado, los primeros premios de Oro Virgen y Jornadas del Olivar sin concursos de tortillas y con Pasión Vega, Víctor Manuel, Matías Prats, Juan y Medio… y unas inolvidables Jornadas del Tambor y el Bombo en el año 99, en mi opinión las más bellas de todas. Baena parecía Europa y hasta aprendimos a aplaudir en los conciertos de las grandes orquestas europeas.

Seguramente los acontecimientos de la legislatura 95-99 que más repercutieron en la evolución de Baena fueron la pérdida de los veinte mil habitantes en el 96 y su recuperación años después que me obligó a pelear en varios frentes buscando empadronamientos en toda España y no con anuncios de supermercado, y a enfrentarme a Estadística en Córdoba y en Madrid buscando la complicidad y colaboración del Partido Popular y del propio Ministro Javier Arenas que me recibió y me embaucó con el arte que los sevillanos despliegan en la intriga política, pero nunca sabrá que yo aproveché la entrevista para que con la “finezza” de un descendiente de Torreparedones cuando aún era baenense, le induje a cambiar notables apellidos como Tuñón y Alcalá por otros más populares como Aguilera y Bustos que eran los que interesaban al PSOE en elecciones. Dejo los regadíos para otro capítulo y paso a las dos actuaciones más relevantes de finales del siglo XX.

1- La construcción de la central térmica de Agroenergética de Baena del grupo El Tejar fue con cinco mil millones de pesetas la mayor inversión industrial de nuestra historia para una térmica de biomasa del olivar y otras instalaciones complementarias. Luque fue el municipio elegido para su ubicación pero no tenía resuelto el terreno.

Conocida la noticia y en poco más de cuarenta y ocho horas ofrecí al presidente del Tejar, Antonio Artacho, y a Pepe Cano, treinta y tres hectáreas de suelo que revertirían al Ayuntamiento al cese de la actividad, y la garantía de una eficaz tramitación de licencias y autorizaciones por mi experiencia de nueve años de presidente de la Comisión Provincial de Urbanismo.

La junta rectora del grupo aceptó la oferta y El Tejar vino a Baena potenciando nuestra marca de ciudad del olivar y del aceite y generando más de cien puestos de trabajos directos e indirectos que serían para los baenenses.

No ha estado exento de polémica por las molestias de malos olores que en gran medida se han corregido por las nuevas tecnologías, y por unas permanentes acusaciones sobre las emisiones perjudiciales para la salud que han sembrado preocupación en la población y han puesto en entredicho los controles de los técnicos medioambientales de la Junta de Andalucía que es la única administración competente. Jamás conocí un informe oficial relativo a riesgos para la población de las emisiones vertidas, lo que no es óbice para mantener una estricta atención y vigilancia. ¿Todas las plantas de biomasa del olivar son perjudiciales para la salud?

En 1998 llegó El Tejar a Baena por un convenio que se aprobó en el Pleno del Ayuntamiento. En 2005, con el aval jurídico del Secretario del Ayuntamiento, el Presidente de El Tejar y yo formalizamos un convenio por el que El Tejar aportaba una tasa de quinientos mil euros al Ayuntamiento por molestias y colaboración compensatoria.

En 2013 la Alcaldesa María Jesús Serrano y el Presidente de El Tejar firmaron un convenio que rebajó la tasa de quinientos mil euros a cien mil euros anuales durante toda la vida útil de la central. En mayo de 2015 el Diario El Mundo publicó ampliamente el irregular convenio, sus consecuencias y su falta de procedimiento, de aval jurídico y de competencia del órgano de gobierno.

Recientemente, el periódico digital El Confidencial Andaluz, ha dado a conocer un documentado relato que demuestra la actuación escandalosa de María Jesús Serrano y de Jesús Rojano que podrían calificarse, como así lo hace el citado periódico, dentro del ámbito de la presunta corrupción política.

Invito al lector a visitar El Confidencial Andaluz del día 31/05/2018 y del 09/06/2018. El Presidente de El Tejar actuó con transparencia defendiendo los intereses que representaba. La ocultación y el silencio que los dos Alcaldes han mostrado al no atreverse ni a responder, es una muestra evidente de que ciertamente tienen mucho que callar y un miedo atroz a que se conozca la verdad en este asunto, que desgraciadamente no es el único desmán cometido.

2- Paso a un asunto mucho más gozoso y que en mi opinión fue el acontecimiento más relevante, junto a Torreparedones, de mi alcaldía desde el punto de vista simbólico, histórico, monumental y religioso, me refiero a de la restauración de Santa María.

El párroco Don Virgilio clamó décadas en el desierto y nadie lo quiso oír. Buenas palabras y poco más, salvo una pequeña actuación en los setenta. En 1996 el presiente de la Junta de Andalucía, Manuel Chaves, visitó Baena y Santa María, de la que yo le había puesto en antecedentes.

Allí ante Virgilio y la Delegada de Cultura me autorizó para que en su nombre gestionara ante la Consejera la inclusión de la restauración de la Iglesia en el convenio de la Junta con la conferencia episcopal andaluza para restaurar los templos y otros monumentos religiosos.

El presupuesto final fue próximo a los trescientos treinta millones de pesetas de los cuales Caja Sur aportó ochenta, la Junta de Andalucía sesenta, el Obispado veinte y el resto el Ayuntamiento de Baena. Durante muchos años Virgilio fue la llama viva de la esperanza y yo tuve la fortuna de ser el gestor de la rehabilitación consciente y orgulloso de la trascendencia de la obra.

Dediqué horas diarias durante tres años sobre todo porque las pésimas relaciones entre el excelente arquitecto Jerónimo Sanz y la empresa Covaleda amenazaban día sí y día también la paralización de las obras de Santa María con las incertidumbres que hubiera provocado de haberse efectuado.

La inauguración se hizo en 2003 a la que no asistió Miguel Castillejo presidente de Caja Sur, no sé si por la difícil relación que manteníamos al no haberme convertido nunca en uno de sus monaguillos. Fue un evento inolvidable para Baena y para mí. Una placa recuerda ese día en la que mi nombre está grabado por imperativos del protocolo oficial pues tengo dicho que mi nombre no aparecía en ninguna inauguración salvo por obligación protocolaria.

Es por lo que creo que la otra placa que se instaló en una capilla so pretexto de haber donado no sé qué cosa, no debería haberse permitido nunca pues realmente el verdadero protagonista de la restauración de Santa María fue el pueblo de Baena puesto que con su dinero el Ayuntamiento aportó mucho más que nadie y su Alcalde, en su representación, con el equipo técnico correspondiente dedicó cientos de horas, para que Santa María, aunque desgraciadamente infrautilizada, sea hoy uno de nuestros símbolos más preciados en todos los sentidos.

Juzgue el lector lo que Baena avanzó en estos cuatro años y reflexione sobre la dificultad que entraña en una sociedad como la nuestra mantener la coherencia pagando un alto precio por ello.

LUIS MORENO CASTRO

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