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Miguel Ángel Moratinos | Convivencia en Venezuela

La situación política de Venezuela se ha convertido en un asunto de política internacional, regional y española y, lógicamente, está presente en la campaña de nuestras elecciones generales, tanto en la pasada convocatoria del 20 diciembre, como en la del próximo domingo. Dicha situación se ha convertido en un arma arrojadiza entre las nuevas y viejas formaciones políticas españolas y, de manera interesada e irresponsable, se utiliza para desacreditar al adversario sin tener en cuenta la complejidad de la situación venezolana, así como los intereses generales de sus ciudadanos; entre los que se hallan cerca de 200.000 españoles.



Las visitas realizadas por algunos de nuestros líderes a Caracas sólo han perseguido efectos mediáticos y, en vez de contribuir a relajar la tensión, han exacerbado aún más los ánimos y el ruido, al tiempo que han contribuido a elevar el desánimo de muchos ciudadanos venezolanos de buena fe de uno u otro signo.

La República Bolivariana de Venezuela atraviesa una grave crisis social y política, que se ha acompañado de una espiral de deterioro económico que parece no tener fin, que se ha visto agravada por la caída de los precios del petróleo y de la productividad en todo el país.

No hay que olvidar que Venezuela es también sujeto de un bloqueo político-económico que erosiona aún más la calidad de vida ciudadana, las instituciones y la política. Por ello, las presiones y amenazas al actual Gobierno y las vendettas partidarias sólo profundizan en la crisis, que no puede culminar con la violencia y un futuro político incierto.

En este contexto se enmarca la misión mediadora del expresidente José Luis Rodríguez Zapatero, llamado por Unasur para facilitar una vía de diálogo y entendimiento entre venezolanos. Su objetivo no es otro que el buscar un acuerdo que estabilice la situación de Venezuela y logre la convivencia pacífica de sus ciudadanos en un marco de legalidad democrática. A lo largo de los mandatos de Zapatero, éste defendió principios y valores fundamentales para la resolución de crisis: el diálogo político y diplomático, y el respeto a la Ley y a las instituciones.

Así se entienden algunas de las propuestas políticas nacionales e internacionales de sus mandatos, y su voluntad de contribuir ahora a la resolución de la crisis venezolana, donde sobran declaraciones retóricas ampulosas, agresiones al marco democrático y violencia callejera. El acercamiento de posturas entre la oposición y el Gobierno, unido a un enfriamiento del clima de crispación y violencia, son los objetivos prioritarios de la propuesta de Zapatero que se orienta a reforzar la democracia venezolana y su institucionalidad, así como a afianzar la convivencia pacífica en el país.

Su iniciativa recibió todo tipo de críticas y descalificaciones en su comienzo, pocos daban algún crédito a sus posibilidades de éxito y, sin embargo, todos aquellos incrédulos se han sorprendido al ver que el trabajo paciente y perseverante de su labor mediadora empieza a dar frutos. Entre ellos, la sorpresa que supuso el que haya sido la primera personalidad internacional que ha podido visitar y dialogar en la cárcel con el máximo símbolo de la oposición venezolana, Leopoldo López.

Tanto Unasur, como los expresidentes Zapatero, Leonel Fernández y Martín Torrijos, cuentan con el respaldo de la comunidad internacional, de ahí la importancia de que el diálogo fructifique y obtenga resultados tangibles, mientras se estimula el abandono de posiciones enrocadas y condiciones previas para que la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) vuelva a las negociaciones con el Gobierno legítimo de la República, y no se ahonden las fracturas.

Los enfrentamientos en Venezuela no pueden hacer del caos un medio de transformación social y política pues, en última instancia, la política está para promover soluciones consensuadas en el espacio público y el bienestar de los ciudadanos.

François de Callières, el gran maestro de la negociación diplomática escribió en 1717 que "todo Príncipe debe tener como máxima principal no emplear la vía armada para apoyar y hacer valer sus derechos salvo que haya tentado y agotado la vía de la razón y de la persuasión". Esa es la vía que el expresidente trata de agotar para evitar una confrontación civil en Venezuela, que sería nefasta para todos.

Como amigo de muchos venezolanos de distinto signo y promotor de resoluciones de conflictos, sólo deseo que la iniciativa del expresidente Zapatero llegue a buen puerto y que la legalidad y la convivencia devuelvan la normalidad a Venezuela.

MIGUEL ÁNGEL MORATINOS