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El regreso del zapaterismo

El zapaterismo prepara su vuelta al poder en el PSOE. Eduardo Madina es el elegido. El mismo equipo que en su día convirtió al silente diputado leonés en el secretario general de los socialistas trabaja desde hace muchos meses en el desembarco del joven vasco en Ferraz. Creen tener, no sin razón, casi todos los triunfos en la mano y tan solo queda el trámite de desprenderse de Rubalcaba cuando su situación, cada día más precaria, se haga ya tan imposible que no le quede otro remedio que apartarse y convocar primarias y Congreso. Suponen tenerlo todo ganado, tanto por apoyos orgánicos como por potencia mediática y clima interno.

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Madina es, a estas alturas de desguace, el menos quemado de todos los posibles aspirantes. El que menos ha perdido porque, al fin y a la postre, tampoco ha estado ni se ha significado demasiado en nada. Criatura de partido, donde ha ido ascendiendo desde las Juventudes, fue marcado por un atentado de ETA que estuvo a punto de acabar con su vida y que le dejó secuelas físicas de por vida, con la amputación de una pierna.

Su posición, ante la organización terrorista, no se mueve sin embargo por ello un ápice de los principios que inspiraron a ZP en su Proceso de Paz, su apuesta por la legalización de Bildu a través del brazo político del Tribunal Constitucional y la inanición actual ante los avances, ante las provocaciones de la organización y la de sus brazos políticos. El último en Biarritz con la obscena escenificación de la conversión de los verdugos en víctimas.

Es muy probable que en la actual situación por la que atraviesa el PSOE, el zapaterismo consiga su objetivo y Madina alcance el poder en Ferraz. Para ello, y tras permanecer en periodo de crisálida durante estos pasados tiempos como secretario del Grupo Parlamentario, se comenzará a deslindar cada vez de manera más nítida del actual y cuestionado líder.

Y lo está empezando a hacer como cabeza, que será cada vez más visible, de oposición a los pactos con el PP que Rubalcaba ha emprendido y donde no van a permitir que se llegue a nada más e, incluso, se vuelva al menos. En realidad, esa presión interna es la que dio lugar a los frenazos y a la marcha atrás cuando, en algunos casos –como la Ley Antidesahucios-, se estuvo a milímetros de alcanzar el acuerdo.

Ahora, la piedra de toque van a ser las pensiones. La oposición a cualquier posible entendimiento va a ser absoluta, por más que el sentido común indique lo contrario. El instinto electoral indica que la dirección es la contraria. Y a ello se remiten.

Enfrente, lo cierto es que solo pudieran oponerse quienes ya fueron desparramados por Zapatero y su equipo. Del viejo PSOE felipista no quedan ni las raspas, amén de lo notable de algunos nombres y su influjo. Potente en foros externos, nacionales e internancionales, pero carentes de hilos precisos con la militancia.

Esa es la jugada y en ella están todos. Por supuesto, Chacón; por supuesto, el zapaterismo en pleno, con la excepción de los socarrados en procesos. Y el propio Zapatero, al que ahora, indefendible en gestión, quieren enaltecer como el “mejor expresidente”.

Ven llegado el momento de su resurrección tras la debacle electoral y el fiasco de Carme-Carmen que, cuando lo tenía a puntito, se pasó de gritos. Ahora está al caer. Lo tienen en la mano. Otra cosa es lo que tendrán, porque si ZP fue mortífero para España, para el PSOE fue letal.

Rubalcaba, que empezó enfrente y acabo de vicepresidente suyo, es ahora el depositario de todas las bofetadas, dentro y fuera, y en quien se visualizan todos los desastres. Madina aparecería limpio de polvo y paja, como redentor y esperanza blanca. Como ZP. Para rematar faena.

ANTONIO PÉREZ HENARES
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