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La Mística del Vino: poesía, música y alma junto a las vides ecológicas de Bodegas Robles

Bodegas Robles acogió el pasado sábado La Mística del Vino, una propuesta singular y conmovedora que convirtió los liños de cepas ecológicas en escenario de una experiencia sensorial y poética sin precedentes. Bajo el cielo abierto de Montilla, con la brisa susurrando entre las vides y el aroma de la tierra albariza aún suspendido en el aire, 140 personas vivieron una noche en la que el vino se convirtió en símbolo, en metáfora, en emoción compartida.


La propuesta formó parte del ciclo Arte Reunido, una iniciativa impulsada por Bodegas Robles que busca entrelazar el ancestral cultivo de la vid con diversas manifestaciones artísticas para demostrar, al fin, que el vino no solo se bebe: también se escucha, se contempla, se siente.

En esta ocasión, la dramaturgia, la dirección y la interpretación corrieron a cargo del actor cordobés Juan Carlos Villanueva, quien propuso un viaje enológico-dramático acompañado por el pianista egabrense Manuel Molina, cuyo talento y sensibilidad sostuvieron con delicadeza y profundidad cada escena, cada silencio, cada palabra.

Villanueva abrió el acto con una invitación directa, sin artificios. “Hoy, aquí y ahora, os invito a un viaje enológico-dramático en el que iremos mucho más allá de lo que nos permiten nuestros cinco sentidos. Y lo vamos a hacer a través de todo lo intangible: el amor, el dolor, la alegría… Para llegar a la emoción, a la espiritualidad. Al alma”.

BODEGAS ROBLES - VINOS COMPROMETIDOS CON SU TIERRA

El espectáculo se articuló en torno a cuatro grandes emociones universales: el amor, el dolor, la alegría y la esperanza. Cuatro movimientos del alma humana; cuatro estados del ser que se expresaron a través de cuatro vinos cuidadosamente seleccionados: Fino, Oloroso, Vermut y Espumoso. Cada uno de ellos fue presentado no como una mera bebida, sino como un espejo donde mirarse, un canal hacia lo esencial.

El primer acto giró en torno al vino Fino, que Villanueva definió como el origen, el más puro, el más honesto. Ligado íntimamente al amor más esencial, el Fino abrió la velada como quien abre el corazón. Su sabor seco, directo, casi ascético, sirvió de base para una exploración poética del amor desde la entrega y el misterio.

Villanueva dio voz a los versos de Garcilaso de la Vega —“Yo no nací sino para quereros…”— y de Lope de Vega —“Desmayarse, atreverse, estar furioso…”—, entrelazándolos con sus propias reflexiones y una interpretación cargada de ternura y vulnerabilidad. El vino se alzó entonces como un canto al amor que no necesita artificios, al que se da sin condiciones.

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El segundo movimiento se sumergió en la introspección y el recogimiento. El protagonista fue el Oloroso, vino de crianza oxidativa, oscuro, intenso, denso. Su presencia llenaba la copa y también el alma. Este vino simbolizó el dolor, pero no como herida abierta, sino como proceso transformador.

La palabra poética adquirió entonces un tono más grave, más espiritual. Los versos de San Juan de la Cruz —“Llama de amor viva, que tiernamente hieres…”— guiaron al público por un itinerario interior donde el vino se convirtió en símbolo de la elevación del alma. Con voz pausada, Villanueva evocó la profundidad del sufrimiento que nos hace más humanos. El Oloroso, en su espesura, en su color cobrizo, fue esa llama interior que arde lentamente y deja cicatriz.

Después, el escenario se tiñó de deseo, de seducción. Llegó el momento del Vermut, y con él, la emoción del placer y de la tentación. Este vino macerado en hierbas y especias fue descrito como una dulzura que no es ingenua, sino sensual, embriagadora, con un punto de peligro.

BODEGAS ROBLES - VINOS COMPROMETIDOS CON SU TIERRA

La poesía de Federico García Lorca, especialmente su Romancero Gitano, acompañó este momento donde se invocaron las pasiones intensas, el amor que arde sin control, el gozo que a veces duele. Villanueva transitó entre lo carnal y lo simbólico, entre la piel y el abismo. El Vermut fue ese “sabor que ninguna amargura corrompe”, como un suspiro de medianoche que nadie quiere terminar.

Finalmente, el vino espumoso marcó el cierre del rito. Fue el canto a la esperanza, a la alegría que regresa tras el dolor, al futuro que aún promete. Las burbujas en la copa del Robles Brut Nature, el primer vino espumoso ecológico elaborado al cien por cien con uvas de la variedad Pedro Ximénez, fueron presentadas como metáfora de la vida que brota, que sube, que celebra.

En este último acto, Villanueva citó versos de Mario Benedetti: “Aún hay fuego en tu alma, / aún hay vida en tus sueños”, reivindicando el derecho a ilusionarse, incluso después de haber llorado. El espumoso se convirtió entonces en un brindis por lo que queda por vivir, por lo que aún late dentro de cada uno. Un final luminoso, con el público en pie, reconociéndose en esa emoción que no necesita explicación.

BODEGAS ROBLES - VINOS COMPROMETIDOS CON SU TIERRA

Un escenario vivo entre cepas centenarias


El lugar escogido para celebrar La Mística del Vino no pudo ser más simbólico. No fue un teatro ni una sala cerrada. Fue el propio viñedo ecológico de Bodegas Robles el que sirvió de escenario natural, transformado en un templo efímero donde la palabra, el vino y la música se entrelazaron sin artificio.

La elección del espacio fue una declaración de intenciones: llevar el arte allí donde nace la uva, donde comienza todo. El murmullo del campo, la luz dorada del atardecer y la noche avanzando con lentitud crearon una atmósfera íntima y ritual. No se trataba de ver, sino de vivir.

Y es que Bodegas Robles no es una bodega al uso. Fundada en 1927, lleva décadas apostando por una viticultura ecológica que respeta los ciclos de la tierra y la identidad del territorio. La tercera generación de la familia incorporó el trabajo con levaduras autóctonas, buscando en la tradición las claves de un futuro sostenible.

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Esa filosofía ha sido reconocida con galardones como el Premio BBVA al Mejor Producto Sostenible de España 2024, el Premio Enoturismo “Rutas del Vino de España” 2016 y el Premio Alimentos de España 2014. Para Francisco Robles, su gerente, "cuanto más cuidamos la tierra, mejores son nuestros vinos y más respetamos nuestras raíces". Una convicción que se palpa en cada detalle, en cada sorbo.

La iniciativa Arte Reunido, que el pasado año recibió el prestigioso Premio «Vino es Cultura», de manos de la Asociación Española de Periodistas y Escritores del Vino (AEPEV), nace de esa misma vocación: explorar las conexiones profundas entre vino, cultura y emoción.

A través de propuestas como La Mística del Vino, Bodegas Robles demuestra que el enoturismo puede ser también una experiencia artística, sensorial y transformadora. No se trata solo de visitar una bodega, sino de conectar con el alma de un paisaje, de una historia, de una manera de entender el mundo.

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Organizado por la Unión de Empresarios de Montilla (Ademo), Singular Show, el Ayuntamiento de Montilla, Bodegas Robles y el Ministerio de Cultura y Deporte del Gobierno de España, La Mística del Vino ha sido, pues, mucho más que un evento cultural. Ha sido una liturgia contemporánea, un viaje emocional compartido, una pausa necesaria para mirar, escuchar y sentir. Quienes asistieron no solo salieron con el sabor del vino en los labios, sino con la emoción aún palpitando en el pecho.

En palabras no dichas pero presentes en cada gesto, en cada copa levantada al cielo, quedó grabado un mensaje simple y profundo: que el vino, como la vida, cobra sentido cuando se comparte. Y que la emoción, cuando es sincera, no necesita etiquetas. Solo espacio para ser vivida.

JUAN PABLO BELLIDO / REDACCIÓN
FOTOGRAFÍA: BODEGAS ROBLES

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