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Aureliano Sáinz | El sentido de humor en la familia

Nos encontramos en tiempos duros, ásperos y broncos. Los medios y las redes sociales ‘arden’ trayéndonos conflictos y discusiones que no dan ni un minuto de tregua, por lo que pareciera que hasta las conjunciones astrales se hubieran puesto de acuerdo para anunciarnos que las buenas noticias las vamos a recibir a cuentagotas. Quizás por ello, ahora no es frecuente encontrar ambientes, también en las familias, en los que predominen el buen humor y la camaradería.


Estas reflexiones me las hago antes de abordar un tipo de dibujos que me realizaron alumnos de Primaria, de modo que, como bien pude comprobar, en sus familias se gastaban bromas, empezando por los propios padres que eran capaces de cerrar el malestar que pudieran llevar a casa y, una vez relajados, crear un clima familiar grato.

Puesto que son muchos los dibujos de la familia que tengo archivados, y aunque una gran parte de esos dibujos manifiestan gráficamente que sus autores son dichosos en sus familias, lo cierto es que el sentido del humor de los padres con los hijos no suele ser habitual pues temen que se ‘descontrolen’ y no sean capaces de mantener la autoridad.

Tal como he apuntado, hay parejas que son capaces de desplegar un buen sentido del humor sin temer que los hijos se fueran a ‘desmadrar’. Así pues, voy a mostrar algunos de esos dibujos que, en el fondo, me hicieron reír por dentro cuando sus autores me explicaron la escena que habían dibujado.

BODEGAS ROBLES - VINOS COMPROMETIDOS CON SU TIERRA

“¿Por qué has dibujado a toda tu familia sacando la lengua? Parece como si os fueran a hacer una especie de fotografía y en ese momento os hubierais puesto de acuerdo para burlaros de quien os estuviera retratando”, le digo a Sergio, que es un chico bastante divertido y buen compañero de clase.

Me mira un tanto desconcertado y, al momento, me indica que no es así, sino que su padre y su madre son unos guasones, que siempre están gastando bromas muy divertidas, por eso ha dibujado a todos sacando la lengua; cosa que, en el fondo, yo imaginaba, pero quería que fuera él mismo quien me lo explicara para confirmar mis sospechas.


Cuando Pedro, de once años, me mostró el dibujo que había hecho de su familia me quedé sorprendido, pues había trazado a los cuatro miembros entrando por la puerta, de modo que en la lámina se veían principalmente los muebles como si fueran lo más importante. Le pedí, entonces, que me explicara la escena, ya que no la entendía bien.

Al momento, me indicó que su padre, el más grande de todos, estaba ‘asustado’ de lo que había acontecido. “Mi madre”, continuó, “que es más pequeña y rubia, con una especie de moño, me está mirando como diciendo ‘ahora te vas a enterar’; pero yo sé que no va a pasar nada, porque al final se va a echar a reír”.

Sigue, indicándome que la primera que entra en casa es su hermana, que la ha dibujado con la lengua fuera como expresión de que se está riendo. Una vez que me explicó el dibujo, le pregunté qué había pasado; pero Pedro ya no quiso decirme más, por lo que me pareció oportuno no seguir interrogándole.


Pasando a este tercer dibujo que acabamos de ver, su autora me comentó que le gusta mucho salir con sus padres, su hermana menor y sus cuatro primos, ya que forman una pandilla en la que los seis juegan a todo lo que se les ocurre cuando salen fuera de casa. Eso sí, la consigna paterna, según me indica, es “Fuera móviles”, mensaje que sus dos primos mayores acatan, ya que son los que lo tienen.


Según Javier, su padre, que se llama como él, se suele ‘escaquear’ cuando su madre lo llama para que le eche una mano, especialmente, cuando se trata de la comida, de modo que suele responder “que está trabajando o haciendo una cosa y que le llame a él”. “¿Y tú que haces?”, le pregunto. “Yo le digo que voy, pero mi madre insiste en que soy pequeño y no entiendo de esas cosas”, me responde. Y Javier, que tiene nueve años, me comenta que sus padres, a pesar de los enfados, después se ríen por las bromas que se gastan los dos.


Cuando le pregunto a Manuela qué hace encaramada en ese montón de piedras que ha trazado, me explica que le encanta trepar a los árboles, escalar los sitios más altos o, cuando salen al campo, subirse en las rocas más empinadas. Esta afición le asusta a su madre que, con resignación, le dice que un día se dará un buen porrazo. Ella se divierte mucho con estos miedos de su madre, dado que ella se siente muy segura de sí misma cuando da rienda suelta a una de sus aficiones.


Cierro esta pequeña selección de dibujos de escolares de los cursos superiores de Primaria con este de Elena, una chica de doce años. Fácilmente, se aprecia que a su autora le encanta dibujar y que adopta la estética del cómic japonés para trazar a los cuatro personajes que forman su familia. Así pues, vemos a su hermana y a ella misma que aparecen como ‘diablesas’ por las inocentadas que le gastaban a su madre, que, según ellas, era ‘una santa’ porque se las soportaban con toda paciencia, al tiempo que a su padre lo visten de ‘payasete’, ya que se lo pasaban muy bien con él por el buen sentido de humor que tenía.

AURELIANO SÁINZ

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