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Pepe Cantillo | Virtud y mérito

El final de año ha sido algo revuelto. Los contagios achicaban los deseos de diversión y las noticias se escurrían sin llegar a ellas aunque siempre alguna llama la atención. En este caso, era la adjudicación de la Gran Cruz de Carlos III a una serie de políticos.


Cito textualmente: “Real decreto 1194/2021, de 28 de diciembre, por el que se concede la Gran Cruz de la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III a don Pablo Iglesias Turrión”. Para salir de dudas, nada mejor en este caso que consultar el Boletín Oficial del Estado (BOE). El texto del Real Decreto es corto y conciso. Dice así:


Dos aclaraciones. Dicha información fue publicada en la página 166289 del BOE número 312 del miércoles 29 de diciembre y en ella, además, aparecen todos los agraciados –en total, 23 exministros– que pueden consultarse en el apartado III dedicado a Otras disposiciones.

Al principio olía a inocentada, dado que la noticia se hace pública el 28 de diciembre, fecha en la que tradicionalmente se viene celebrando el Día de los Santos Inocentes y es costumbre gastar bromas a las que llamamos “inocentadas”.

El Real Decreto es personal y no hace referencia al resto de exministros. ¿Razones de dicha exclusividad? Podemos suponer varias explicaciones en las cuales no voy a entrar porque solo sería una elucubración por mi parte. Cada cual que saque sus conclusiones e interprete el contenido como mejor lo entienda.

La Gran Cruz de Carlos III tiene carácter honorífico y, en la actualidad, no cuenta con retribución económica alguna. Bien es cierto que hasta 1847, los premiados sí que recibían una pensión vitalicia. Así, la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III fue establecida por el rey de España Carlos III, mediante real cédula de 19 de septiembre de 1771 con el lema latino “Virtuti et merito” (virtud y mérito).


Su finalidad era premiar o recompensar a aquellas personas que se hubiesen destacado especialmente por sus buenas acciones en beneficio de España y la Corona. Desde su creación, es la más distinguida condecoración civil que puede ser otorgada en España y aunque en su origen era encuadrable dentro de la categoría de las órdenes de caballería, formalmente se convirtió en orden civil en 1847.

Hablar de "virtudes" no suele estar de moda. En el lenguaje cotidiano hace referencia a las cualidades de cualquier persona. El diccionario define la virtud como “disposición de la persona para obrar de acuerdo con determinados proyectos ideales como el bien, la verdad, la justicia y la belleza”.

La virtud en el plano intelectual demuestra la capacidad de aprendizaje, de diálogo y de reflexión de la persona que busca la verdad. En el plano moral lleva al sujeto a que se comporte acorde con el bien en referencia hacia los demás, basándose en la justicia, la fortaleza, la prudencia...

El mérito se refiere a la “acción o conducta que hace a una persona digna de premio o alabanza”. El mérito es el resultado de las buenas acciones de una persona y siempre debe justificar un posible reconocimiento especial. ¿Es el caso que nos ocupa? Parece que, por un lado, marcha la actuación de las personas sobre las que ha recaído el premio y, por otro, la intención de quien lo concede.

En cambio, triunfar por el favor de otras personas, la trampa, el engaño y el egoísmo no se consideran como aspectos de mérito, aún cuando el sujeto logre cumplir con sus objetivos o trascender gracias a estos recursos. Triunfar por el favor de otras personas no es mérito alguno, salvo que el premiado se haya rendido a los pies de quien premia.

Esta Gran Cruz suele estar reservada para exministros que han prestado relevantes servicios al Estado. El presidente del Gobierno decide quién merece dicha medalla honorífica y la firma de puño y letra Felipe VI. El gran maestre, por tanto, es el Rey pero quien decide a quién conceder dichas cruces es el presidente del Gobierno como gran canciller. El Rey ni pincha ni corta en la elección de los agraciados.

En los últimos tiempos, los beneficiados vienen siendo los exministros, en este caso solo por haberse sentado en el Consejo de Ministros. ¿Méritos especiales? ¿Virtudes sobresalientes? Alguno ni ha tenido tiempo de entrar. Silencio en la sala...

Sigamos. Un titular con interrogantes. Sánchez condecora a 14 de sus exministros con la Gran Cruz de Carlos III por sus “extraordinarios servicios a la nación” ¿A qué nación? ¿De qué tipo de servicios hablamos? ¿Tan extraordinarios han sido esos servicios prestados? El Consejo de Ministros del día 28 premia a responsables del PSOE, PP y Unidas Podemos por “sus esfuerzos, iniciativas y trabajos” por España.

La lista de condecorados asciende a 23, entre los que se incluyen miembros del PP (7), PSOE (14) y Podemos (2). Los nombres, en general, ya importan menos. Supongo que añadir a la lista exministros de etapas anteriores y del Partido Popular es una manera de justificar los honores concedidos a los 14 exministros del PSOE. Amén de intentar ganarse la simpatía de otros frentes.

Supongo que, por coherencia, alguno de los agraciados con este nombramiento renunciarán a él. En mi opinión, cualquier ciudadano de este país nuestro ha realizado durante este periodo de tiempo más esfuerzos y sacrificios que alguno de los nominados. ¿Realmente son, los tales ministros y ministras, merecedores de tal condecoración? Pero ¿cómo renunciar a un sabroso caramelo?

También saltó la información falsa de que, con la medalla, iba incluida una “paguita” para todos los agraciados. Dicha condecoración no lleva añadida paga alguna, como ya he citado más arriba, por lo que el asunto del dinero es un bulo que se ha deslizado para alejarnos del tema y, sobre todo, para meter bulla por doquier. ¿Importa más runrunear con el bulo que analizar y aclarar el por qué de tales medallas?

Dicha condecoraciones se hacen públicas el 28 de diciembre de 2021, es decir, cuando al año le quedan tres días para fenecer (“poner fin a algo, concluirlo”). Tal noticia parece que ha pasado sin pena ni gloria al saco del olvido. Total, tener una medalla, sea de quien sea, carece de importancia.

Un pensamiento ajeno e intencionado puede que esté envolviendo el regalo. Con este broche de regalos a exministros me guardo las espaldas y los premiados estarán contentos. En estos dos años tan catastróficos para el país ¿solo los políticos son merecedores de una condecoración de este tipo?

Acaso no es meritorio (“digno de premio o galardón”) el trabajo del personal sanitario (médicos, enfermeros, auxiliares…) que exponen sus vidas ante el virus diariamente para curarnos; o la labor de miembros del orden público que han colaborado con los anteriores. Tal vez por el mérito de sus trabajos serían merecedores de esta noble distinción.

Por desgracia, el trabajo de estos sanitarios no ha terminado. Nuevamente los hospitales vuelven a llenarse y las UCI de algunos de ellos están colapsadas. En resumen, unos son condecorados por méritos que el ciudadano de a pie no conoce y otros trabajan incansablemente para salvar la vida de esos ciudadanos atacados por el virus.

PEPE CANTILLO
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