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Buzón del Lector | El baile del Delfín

Baena Digital se hace eco en su Buzón del Lector de un artículo remitido por María de los Ángeles Alarcón Cruz, nacida en Córdoba, aunque criada y residente en Baena, lugar que define como ‘un pueblo carismático en acento y origen’. Aficionada a la escritura ha decidido compartir con lectores de este medio y los vecinos de la localidad un artículo cuyo tema principal es la familia.


Una maestra, contó en una de sus conferencias, que todas las personas llegamos a este mundo con una llamita dentro. Como las llamas de una velita de cumpleaños recién encendida, con una luz tenue, suave, delicada, pero sobre todo que no quema, solamente necesita estar encendida para sabernos que estamos vivos.

También contaba, que los seres humanos somos como las frutas de los árboles. A veces, nacemos manzanas y crecemos en manzanos. Otras somos nueces y crecemos en los nogales y así sucesivamente con toda la clase de frutos… Pero sucede que, en ciertas ocasiones, igual que toda regla tiene su excepción, una fruta nace en el árbol equivocado.

Por ejemplo, una mandarina nace en un nogal. Esta mandarina se viste de nuez, crece como una nuez, se queda pequeña como una nuez y se arruga como una nuez, pero cuando escucha a los pájaros que le cuentan historias sobre los árboles donde crecen las mandarinas, esta mandarina vestida de nuez siente que ese es su lugar, su aroma, su jugo y su sabor. Aunque claro está, las demás nueces del árbol quieren que la mandarina siga siendo nuez, se vista de nuez, y se arrugue como una nuez. Obvio. Lo mismo sucede con los animales. Un ejemplo puede ser la historia del patito feo que todos conocemos, no era un pato sino un cisne.

En las familias, sucede algo parecido. Todos cumplimos un rol establecido desde que nacemos, que normalmente elige nuestra madre. Uno es el tonto y otro el listo, otro es el trabajador, otro el vago, otro el inteligente y el otro el que está en las nubes, uno el travieso y el otro el santo, uno el que se pelea y otro el que no da un ruido. Uno el simpático y otro un jediondo, uno el astuto y el otro el ingenuo… Y así, nos vamos creando nuestro disfraz y sacándole lustre hasta el fin de nuestros días porque, según ley de vida, casi todos, y digo casi, porque toda regla tiene su excepción, morimos con las botas puestas.

En mi historia, como todas las historias de familia, no iba a ser menos. Yo también he tenido ese papel y ese rol dentro de un clan en el que siento que nunca he encajado. El rol de tonta, ingenua, y por extensión, loca, inútil e inservible que no vale para nada.

Es como si un delfín, al que le gusta jugar, danzar, cuidar, proteger, nadar, sonreír, comunicarse etc. Nace en una familia de tiburones, donde todos se pelean por una porción de mar en la que están comiendo y matan a sus presas. El delfín no entiende por qué les gusta tanto la sangre y tienen esos dientes tan afilados, si él los tiene más pequeños y no come más simplemente porque no tiene hambre. Entonces le dicen que es tonto y que está loco, y el delfín casi se lo cree.

Claro que a los tiburones no les interesa que el delfín esté en el mismo lugar del mar que ellos porque así no se pueden comer la parte que le corresponde de su territorio acuático. Pues algo parecido es lo que sucede en las familias con los títulos de herencia. Hay muchos registros de historia, en los que miembros de una familia, que hacen creer a uno de ellos que está loco para eximirlo de la parte de su patrimonio y manejarla a su antojo.

Hombres, mujeres, que al ser tildados de “inútiles”, nos creemos que no tenemos derecho a aquello que nos pertenece por nacer en esa familia, con sangre y apellidos. Como somos los tontos y locos pues no tenemos derecho a acceder a lo que por ley es de nosotros.

Muchas personas, terminan en psiquiátricos, medicados, atontados, muertos en vida, por así decirlo, por esta misma cuestión. Son tildados de imbéciles, enfermos mentales, etc. Para que no tengan acceso a eso que les pertenece por Ley y que ni siquiera ellos lo saben.

También es verdad que la vida te ofrece oportunidades para quitarte las vendas y ver y revisar tu historia, y cómo el papel de “tonta” de loca y de inútil te ha perjudicado y beneficiado a la vez. ¿Qué pasa con todo esto? Pues pasa que si eres una tonta, el que decide emparejarse o vivir contigo es el listo, ¿no? Normalmente, en los emparejamientos pasa esto, igual que con los hermanos, el que es una cosa el otro es la contraria.

Pues resulta que si hacemos el arduo trabajo de revisarnos, cuestionarnos, comprendernos, y ser mejores personas llegamos a la conclusión de que nadie es más que nadie. No hay nadie más listo, ni más tonto, ni más feo, ni más guapo, ni más sordo, ni más oyente, ni más ingenuo, ni más astuto, ni más malo, ni más bueno. Son nuestros personajes con los crecemos para sobrevivir al desamparo del que todos venimos, al desamparo materno y, como todo buen personaje, igual que en los cuentos, se necesitan unos a otros para lucir sus galas.

Pues en mi caso, tomé conciencia de todo, mi personaje y mi rol a lo largo de mi vida. Decidí, con mucha consciencia, por mi propia voluntad, sin presiones por parte de nadie, con mis condiciones físicas, psíquicas, morales y emocionales, en perfectas condiciones, sin ningún tipo de insinuación, coacción, intimidación o, como decimos vulgarmente, sin “que me hayan comido la cabeza”.

Personas que se han acercado a mí, llamémosle pareja, amigo, hombre o mujeres, compañero, lo que sea, no me ha obligado a nada ni comido el coco. A día de hoy reclamo lo que por Ley me pertenece. Con mucha consciencia, con el dolor de algunas pérdidas por tomar este paso, con el sufrimiento y daño personal que les he causado a ciertas personas, pero decido ser quien soy, reclamar lo que es mío porque es mi deber y obligación, mi sangre y mi apellido. Porque no sabes quién eres si no sabes de dónde vienes. Porque así lo quiero. Decido ser Delfín en vez de tiburón.

MARÍA DE LOS ÁNGELES ALARCÓN CRUZ


NOTA: Los comentarios publicados en el Buzón del Lector no representan la opinión de Baena Digital. En ese sentido, este periódico no hace necesariamente suyas las denuncias, quejas o sugerencias recogidas en este espacio y que han sido enviadas por sus lectores.



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