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Sara Delgado | Niños y nuevas tecnologías

Actualmente vivimos en una sociedad sometida a constantes cambios. El covid-19 ha adelantado muchos de ellos y, en educación, la tecnología se ha vuelto un instrumento indispensable para poder seguir el ritmo de aprendizaje. Muchas familias se han visto afectadas por las nuevas tecnologías: niños y niñas que eran atentos ahora se han vuelto más distraídos. Además, el hecho de pasar más horas en casa ha incrementado el uso de las pantallas en los más pequeños y, como resultado, todo esto ha repercutido en su desarrollo y en su proceso de enseñanza-aprendizaje.


Exceptuando la situación que ha generado el covid-19, la preocupación por el uso de la tecnología en los niños ya prevalecía anteriormente. De hecho, hay diversos investigadores que han estudiado su influencia en los niños. Uno de ellos es el estudio de los dibujos animados, que analizó a niños que veían Bob Esponja y a otros que veían Caillou.

Los resultados fueron totalmente diferentes: los niños que veían Bob Esponja eran más nerviosos y se comían antes la comida que los niños que veían Caillou, que eran más tranquilos y tardaban más. Este estudio demostró la importancia de elegir bien los dibujos animados de los hijos, ya que, si son muy rápidos y con muchos estímulos (sobreestimulación) generan el deterioro inmediato de la función ejecutiva de los pequeños. 

Esto es solo un ejemplo de investigación, pero igual ocurre con el uso de tablets o de cualquier otro dispositivo electrónico. Es cierto que los niños y niñas han nacido en un mundo en el que está muy avanzada la tecnología, pero no por ello deben aprender a partir de ella.

Así lo determinó la Academia Americana de Pediatría, sobre todo para los niños de entre 0 y 6 años. Las personas aprendemos a través de las relaciones interpersonales y de las sensaciones de la realidad. Ellos, más que nativos digitales, deben ser inmigrantes digitales, es decir, estrenar y aprender de la realidad física antes que de la realidad digital.

Lo que muchos padres y madres no saben es que el hecho de que sus hijos pasen mucho tiempo delante de las pantallas en el día a día puede generarles inatención, pérdida de la sensibilización, aburrimiento o ansiedad, entre otros síntomas. Por eso debemos dejarles que su asombro, elemento innato, le vaya guiando para descubrir la realidad e interesarse por ella. Y no que, a partir de la tecnología, su capacidad de asombro se vaya apagando poco a poco.

Me llama la atención cuando escucho a la gente decir que los niños de ahora no son iguales a los de antes. Desde mi punto de vista sí son iguales, pero con diferentes entornos y circunstancias. Por este motivo, debemos ser competentes a la hora de educarlos y tener en cuenta los aspectos que les pueden influir en su desarrollo.

Si nos valemos como ejemplo del Mito de la Caverna de Platón, podríamos decir que si a nuestra futura sociedad la sumergimos en el mundo de la tecnología desde que sus ciudadanos son pequeños, además de poder generarles problemas en su desarrollo, estamos adentrándolos en la caverna y acostumbrándolos a una realidad que no es la verdadera. Y esto no solo será más chocante para cuando salgan fuera de la caverna sino que serán personas que no tengan un juicio certero sobre la realidad. En efecto, no podrán ser competentes ni tener sentido crítico, por lo que serán fácilmente manipulables. 

Por último, es necesario que los seres humanos vivan y sientan la verdadera realidad y salgan de la cueva, de la realidad digital. Con todo esto no quiero negar el uso de las tecnologías porque, como he dicho anteriormente, tienen numerosas ventajas. Pero sus inconvenientes hay que gestionarlos adecuadamente.

Como conclusión, se debería tener en cuenta que hay problemas que se pueden evitar dando una buena educación a nuestros hijos e hijas. Una rabieta no se cura dándoles una tablet o el móvil, ni tampoco con castigos: se cura a través de la comunicación. 

Los más pequeños son el futuro. Por favor, cuidémoslos y atendámoslos correctamente.

SARA DELGADO MÁRQUEZ
INVESTIGADORA DE LA UNIVERSIDAD DE CÓRDOBA
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