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Buzón del Lector | Capítulos de mi memoria (V)

Baena Digital se hace eco en su Buzón del Lector del quinto capítulo de las memorias remitidas a este periódico por Luis Moreno Castro, alcalde de Baena entre 1995 y 2011. Si desea participar en esta sección, puede enviar un correo electrónico exponiendo su queja, comentario, sugerencia o relato. Si quiere, puede acompañar su mensaje de alguna fotografía.



Tras las elecciones de 2003 ganadas con mayoría absoluta y conseguidos casi todos los objetivos del mandato anterior y otros que no habíamos programado, me contagié del ambiente y me creí capaz de alcanzar cualquiera de las aspiraciones que tuviéramos y de dar forma a los sueños que desde hacía muchos años tuve para Baena.

Es ocioso decir que contaba con un grupo de funcionarios capacitados y como ejemplo no puedo menos que recordar con infinito agradecimiento a Mari Carmen Galisteo, modelo de funcionaria inteligente, capaz y abnegada; también conté con compañeros leales, al menos mientras tuve poder pues de todo ha habido.

Comenzamos, comencé, a morir de éxito. Pero ello no me paralizó, pues cada día me exigía un nuevo reto una vez alcanzado el comprometido programáticamente. No gocé de lo conseguido porque antes de acabarlo ya estaba embarcado en otra aventura que en la mayoría de las ocasiones devenía en realidad.

Mi insatisfacción fue mi castigo y el motor de la transformación de Baena, de la que contagié a una parte de la sociedad que no necesariamente me acompañó con su voto. Aunque sea de difícil comprensión en los tiempos que corren, no busqué el resultado electoral como fin ya que sólo era un medio para continuar la metamorfosis de Baena y darle sentido a una vida que había dedicado a hacer de una localidad ruralizada y aletargada un modelo de progreso y civismo.

Pero no medí la fuerza de los reaccionarios y oportunistas que sin ideología concreta penetraban todos los sectores de la sociedad, sumados a los “amigos” que yo hacía por méritos propios. Por rubor, pues aún sigo siendo un tímido que se vence en público, pasaré sucintamente –aún así podrá parecer tedioso– por la increíble transformación de Baena.

Pero no debo ocultar errores que se cometen cuando se confunde la gestión de un modelo con la patrimonialización intelectual del mismo. Me ocupé de materializar todos nuestros propósitos y muy poco de hacerlos comprensibles y entendibles para la gente,  dado que en muchos casos se trataban de realizaciones cuyos resultados sólo se obtendrían a medio y largo plazo.

No siempre los baenenses me acompañaron en esta empresa a caballo entre la utopía y la realidad, pero no puedo olvidar que gané las elecciones como candidato del PSOE durante veinte años y la última en el peor momento con el efecto Zapatero en contra y con una débil candidatura y otros errores, con más de cinco mil votos y a cuarenta de la mayoría absoluta que apoyaron el proyecto regenerador y modernizador que yo encarnaba.

Es reiterativo recordar que mi cobertura estaba en las siglas del PSOE y en la confianza que inspirábamos conmigo a la cabeza. De esta confianza siguen viviendo mis renombrados sucesores. Dejé demasiado poder en manos de los altos funcionarios que en general supieron hacer buen uso de él e hicieron un excelente trabajo, aunque alguna dolorosa excepción ha habido.

Fernando Mora, el primer teniente de alcalde, estaba dotado para la política pero decidió la carrera profesional privada. Baena no debe perder a personas como él que, ya con madurez, es uno de los nombres a tener en cuenta para la cosa pública.

El ritmo trepidante de cambio no nos llovió del cielo. Mañana y tarde, Córdoba, Sevilla, Madrid y Europa, veinticuatro horas. Quise hacerlo todo con la limitada capacidad de gestión que teníamos por la propia naturaleza de nuestras dimensiones. Me obsesioné hasta tal punto que olvidé otros aspectos esenciales de la vida política como la relación, la comunicación y los controles que delegué, no siempre con acierto.

En este mandato  alcanzamos presupuestos de veintisiete, veintinueve y treinta millones de euros, e inversiones certificadas por la Intervención de cuarenta y siete millones en cuatro años aunque incluso a mí me parece muy elevada pero solo se comprende al finalizar la lectura de este capítulo. Pleno empleo técnico por debajo del cuatro por ciento y siempre aspirando a más.

Comencé a sufrir la cacería a la que me han sometido los grupos políticos y otros lobbies hasta hoy. El PP con el caso PROMUDE ya expuesto en el capítulo IV; IUCA con las facturas y urbanismo; y los dirigentes de la agrupación local del PSOE, no sé si con más ayuda, con el asunto de la SCAFA. Volveré a estos temas.

No se me perdonan ni los éxitos ni las victorias dialécticas y, menos aún mi negativa a doblegarme a sus intereses personales y políticos. Tampoco mi carácter un tanto distante y poco dado al chalaneo. “Algo comenzó a oler a podrido en Dinamarca”.

Si en los noventa tuvimos un caso sospechoso que me obligó a defenestrarlo, en estos años hubo una fiebre edificadora en los nuevos suelos que yo había contribuido esencialmente a su desarrollo como delegado de Obras Públicas, como responsable de urbanismo y como alcalde.

Ciertamente, la inmensa mayoría sacaron adelante su proyecto de vida con el sudor y el esfuerzo de su trabajo. Algún caso aislado de tufillo pútrido no merma el excelente trabajo llevado a cabo por el conjunto. Mientras tanto, mi vivienda familiar la construí en el centro histórico comprando un solar a una familia alejada de todo posible comentario y construida por un empresario que me regala su hostilidad. Así lo quise, pues nadie duda que pude escoger solar en aquellos años aunque solo fuese porque tenía más información.

Agobiante la sucesión de realizaciones de esta Legislatura. La ONCE y FECASTO acordaron la construcción de la residencia del Zambudio que Paco Ordóñez, delegado de la ONCE en Asturias y yo habíamos acordado con el presidente arrancándole el compromiso de inversiones en Baena tras nuestra entrevista en Madrid.

Comenzaron las obras de Politejo y se inauguró la residencia de APROSUB días antes, al tiempo que continuaban las obras de la residencia de la Casa Grande y del Hotel del mismo nombre de la mano de nuestro hijo predilecto Rafael Onieva.

En esas fechas de mayo de 2003 se inauguró la sede actual del PSOE que costó sangre, sudor y lágrimas, ¿verdad Galisteo? Para cerrarla en cuanto llegó el nuevo poder que teme a la luz y al debate como todos los que tienen mucho que ocultar.

En julio de 2003, la Junta de Andalucía nos autorizó el proyecto del Castillo cuya financiación se alcanzó con fondos del 1% Cultural del Ministerio de Fomento. Incontables las reuniones mantenidas con el director general de Planificación del Ministerio, Jose María Verdú Valencia, buen amigo y emparentado con una conocida familia baenense.

La subvención de en torno a los cuatro millones de euros fue la mayor de aquellos años hasta el punto de que el deán de la Catedral de Santiago quedó desagradablemente sorprendido de que fuese superior a la de su templo, siendo ministro el gallego José Blanco.

En verano de 2003, sin vacaciones como siempre, salvo escasos días, se urbanizó San Pedro y se firmó el plan de vivienda a tres años con la Junta de Andalucía por cincuenta millones de euros que no llegó a cumplirse en su integridad, para la construcción de vivienda social.

Se actuó en la calle Toledana, en San Pedro Alto, en Rodrigo Cubero, en la Ladera Sur, con decenas de viviendas. También ese verano, el presidente Manuel Chaves inauguró la cirugía mayor ambulatoria con dos quirófanos y las nuevas consultas que había construido el Ayuntamiento.

Mi propósito era llegar al hospital por la vía de hecho con nuevas especialidades pero la estrategia no se culminó con éxito. Posiblemente hubiera necesitado más tiempo y una voluntad que no existe. No obstante,  tengo duda si lo que conviene a Baena es un minihospital o una autovía que nos conecte con el de Cabra,  mucho mejor dotado.

En septiembre de 2003 se declara la guerra abierta contra el proyecto del nuevo instituto de Enseñanza Secundaria por parte de los grupos políticos, algunos padres y algunos profesores. En su momento comentaré el arriesgado y exitoso final del nuevo IES.

En septiembre nos visitó el cardenal Herranz Casado.“Vuelve el hijo prodigo”, proclamó emocionado después de haber visitado la restaurada Santa María y la pila bautismal en la que recibió las aguas. Fue nombrado Hijo Predilecto y se rotuló una calle con su nombre.

En noviembre, Pasión Vega y Jesús Quintero amenizaron las jornadas del Olivar y el Aceite con personalidades de renombre internacional como cofrades. Recuperamos los veinte mil habitantes y quedó garantizado el suministro de agua con nuevas captaciones en Fuente Alhama y conexión con el pantano de Iznájar con inversiones millonarias.

Continuamos con el pleno empleo. Don Rafael del Pino, descendiente del Virrey e hijo adoptivo de Baena, nos construyó el excelente grupo escultórico del Virrey del prestigioso artista Santiago de Santiago. Si no hubiese muerto al poco tiempo, hubiésemos tenido positivas muestras de su cariño a Baena.

Con él conocí al Papa Francisco cuando era el cardenal Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires.“Entre nosotros, el alcalde de la ciudad de Baena, España”, dijo en su homilía ante miles de bonaerenses y yo pensé que ni Baena –y mucho menos,  yo–  habíamos llegado tan lejos.

Continuaba la gestión y así se trasladó el Juzgado a su nueva sede en una casa que había sido municipal por donación. Comenzó la tercera fase de la Ladera Sur con cinco millones de euros y se formalizó el plan de barriadas marginales y vivienda por 350 millones de la Junta de Andalucía que no llegó a cumplirse porque se programó para una década y llegó la crisis impidiendo el vuelco definitivo de las zonas marginales física y socialmente de Baena.

En el 2004 fui elegido senador a propuesta del secretario general provincial del PSOE, José Antonio Ruiz Almenara, hombre cabal que ya me advirtió sobre las muestras de ambición que en un congreso de Juventudes Socialistas había dado J. Rojano, haciendo yo caso omiso.

Para mí, el Senado, que no solicité ni aspiré, me suscitaba dudas pero también era una forma de liberar al Ayuntamiento de mi nómina de profesor y de ampliar mis relaciones porque,  al igual que me ocurre con las diputaciones,  creo que son instituciones que o se transforman radicalmente o deben desaparecer porque no cumplen ninguna función que beneficie a los ciudadanos y no puedan ser cumplidas por otra administración ya existente.

En septiembre de 2004 compramos el suelo de Torreparedones perteneciente al término de Baena que son dos tercios del yacimiento. Posteriormente hubimos de comprar la parte de Castro del Río que es un tercio, por la negativa del Ayuntamiento castreño a implicarse con un solo euro en esta empresa. Posteriormente comentaré lo que entiendo que es la mayor traición de la historia de Baena cometida por un alcalde.

Comenzaron las obras de restauración del Río Marbella con tres millones de euros y las del Plan Guadajoz con treinta y seis millones, con parques periurbanos, vías verdes, Puente de Piedra, Los Ángeles... Se urbanizó el centro de Baena con actuaciones en más de treinta y cinco calles como Recoletos, Ruiz Frías, Agustín Valverde... renovando todo el alumbrado.

Finalizaron las obras del Centro Tecnológico del Textil pero no logré que una de las sedes se ubicara en este edificio. Priego fue la elegida aunque yo había sido el proponente de la idea. El edificio se transformó en CADE que no sé qué función cumple y me da la impresión de que los técnicos y la sede están absolutamente infrautilizados.

En Albendín,  el Teatro y el Pabellón Cubierto toman forma con inversiones millonarias sin olvidar la mejora permanente del callejero y los servicios. Se inician las obras del plan Ciudad 21 con más de dos millones de euros que trataba de comunicar peatonalmente desde el pabellón a San Francisco y a la Plaza Palacio con comodidad y seguridad sin interrumpir el tráfico, concebido como una operación de ciudad que se llevó a cabo sin demasiado éxito. El análisis de los amales del centro histórico necesita de una reflexión en profundidad que espero hacer algún día.

En noviembre de 2004,  el presidente de la Junta de Andalucía y el vicepresiente fueron nombrados Cofrades de Honor en un acto que amenizaron Ana Belén y Víctor Manuel. Se dieron los primeros pasos para el Centro de Mayores que tanto debe al buen hacer de Silvia Cañero.

Ya en 2005, con un presupuesto de veintinueve millones de euros,  se dan los primeros pasos para la construcción de la nueva biblioteca con una inversión de cinco millones de euros y el centro de Servicios Sociales en la Almedina,  con cerca de un millón,  así como los aparcamientos de la Calle Alta con otro, aunque hay que reconocer que la gestión no ha sido exitosa y espero que estando prácticamente vacíos no se apueste por operaciones de miniaparcamientos en su entorno.

Se inician las obras del Cine y de la Casa de la Cultura para revitalizar el centro histórico y ampliar la oferta cultural. El Centro Comercial Abierto se dota con dos millones de euros de la Junta de Andalucía.

Pido disculpas por este agobiante listado que podíamos hacer más extenso con el Hotel y la nueva Residencia Casa Grande que el Hijo Predilecto de Baena, Rafael Onieva, llevó a cabo dando muestras una vez más de su generosidad y amor a Baena que yo simbolizo en el león ibérico que es una muestra única de un incalculable valor.

En el 2006,  el nuevo instituto me ocupó mucho tiempo y muchas energías y no pocos sinsabores, pero al final se hizo. La crisis se llevó el enlace de la carretera de Cañete que, incluso licitado en el Boletín Oficial del Estado después de años de insistencia y de visitas al Ministerio, se “barrió” el crédito presupuestario y se dedicó el dinero a otras necesidades. Fue un golpe de mala suerte para Baena porque la variante ya en funcionamiento desde el 2003, inaugurada por el ministro Álvarez Cascos, nos hizo ver de forma meridiana que la entrada más importante para Baena era y sigue siendo la de la carretera de Cañete.

Como anécdota recuerdo la respuesta del ministro ante mi insistencia en el acto de inauguración:“alcalde, no pidas tanto porque algo tendremos que dejar para vosotros”, y se escudó en que era una competencia de la Junta de Andalucía.

Comenzaron en este año las excavaciones en Torreparedones que tantas satisfacciones e ilusiones nos proporcionaron porque empezamos a comprender por la vía de los hallazgos excepcionales que estábamos ante uno de los yacimientos más importantes de España de la cultura íbero romana.

Se publicó en el BOE el estudio informativo para transformar la N-432 en Autovía entre Espiel y Granada que después,  como es bien sabido, solo quedó en eso. Comenzó la mayor operación de suelos urbanizables de la historia de Baena, el parque industrial del Guadajoz,  con un millón de metros cuadrados que, como es conocido, quedó paralizado por quiebra de la empresa Construcciones Vera, si bien es verdad que no costó dinero al Ayuntamiento porque pagó una parte y, junto a Politejo, compensaron sobradamente la aportación municipal.

La deuda contraída con el Ayuntamiento por la quiebra de la empresa supongo estará judicializada. Fue una operación de alto riesgo por la envergadura y por la inversión pero yo pensé que no se le pueden poner puertas al campo ni coartar la inversión privada si beneficia la sociedad y salvaguardando los intereses públicos, pero en este caso,  además,  intuía que la futura autovía de la N-432 pasaría muy próxima a este lugar,  potenciando excepcionalmente el atractivo inversor de estos suelos industriales y, por tanto, generando empleo que era mi obsesión. Reconozco que actualmente puede calificarse como un fiasco y no pierdo la esperanza de que algún día, Baena pueda repetir esta apuesta con el éxito no alcanzado la primera vez.

Se urbanizó la Ronda Norte con la construcción de numerosas viviendas de VPO; también se actuó en Pedro Muñoz porque la iniciativa privada veía en aquellos años a Baena como un lugar de futuro. La iniciativa pública, al unísono, hacía que el efecto multiplicador fuese exponencial y, de esta forma, el programa FEDER-Baniana I, que tuvo una excelente acogida en Europa, presentado por el Ayuntamiento, fue aprobado por seis millones y medio de euros,  lo que nos permitió mejorar notablemente nuestras inversiones culturales en museos, espacios, monumentos y Torreparedones.

Estábamos preparando el gran proyecto de turismo cultural al que bautizamos con el nombre de Baena Cultura. Pocas calles quedaron sin mejorar y comenzaron las obras de restauración de San Bartolomé y de construcción del nuevo instituto,  así como del Centro de Mayores con inversión de trece millones de euros en estos equipamientos; al mismo tiempo,  continuaba el Plan Guadajoz que, lógicamente,  se distribuyó por toda la cuenca.

Recuerdo que continuábamos siendo el municipio con menor índice de paro de la provincia de Córdoba entre los mayores de quince mil habitantes. También en el 2006 tuve la oportunidad, a través del portavoz en el Congreso de los Diputados de la Comisión de Justicia e Interior, mi amigo el magistrado Rascón, de entrevistarme con el general jefe de Planificación de la Guardia Civil para explicarle la situación ciertamente preocupante en que se encontraba la seguridad en Baena por los escasos medios que la Benemérita tenía,  a pesar de la estrecha colaboración con la Policía Local y de la ayuda que el Ayuntamiento permanentemente prestó para mejorar las condiciones de trabajo de los escasos agentes del Puesto de la Guardia Civil de Baena.

Inauguramos el primer Puesto Principal de la provincia de Córdoba junto a Puente Genil con nuevo edificio y más de cincuenta guardias. Ya en 2007,  Carrefour comenzó las obras de su centro comercial no sin haber estudiado minuciosamente su viabilidad y de haberme  entrevistado en Madrid con sus máximos dirigentes en España. El Ayuntamiento colaboró estrechamente facilitándole el planeamiento y contribuyendo a inspirarle total confianza tanto institucional como política. Nos construyó a su costa el magnífico grupo escultórico del León Ibérico del excelente escultor Belmonte.

Fue el año fundamental para San Bartolomé porque en él se tomaron las decisiones que nos han devuelto el templo con sus características originales. En Baena era habitual disfrutar del arte y el nivel de artistas y periodistas como Luis del Olmo, Matías Prats, Juan y Medio, Teresa Campos, Estrella Morente, Mariza... Otra Baena.

La intrahistoria

Pero considero que, además de dejar la huella de mi memoria contrastada en hechos y lo más fiel posible a los acontecimientos, el lector querrá conocer la intrahistoria, esa que no se escribe y que sólo conoce quien la vivió. A ella dedicaré las próximas reflexiones.

Comienzo con lo que no me es grato pero que,  al ser público,  ni puedo ni quiero obviar. La hostilidad que algunas personas y grupos políticos me han prodigado a lo largo de mi vida pública y que aún, aunque muy minoritaria, persiste.

Hay una constante en mí que no he podido jamás evitar y que tampoco lo he pretendido y es que no me he doblegado por veladas o públicas amenazas por muy extendidas y mediáticas que hayan sido, si era en defensa de mis obligaciones de alcalde o por cuestión de honor.

Podría poner nombres y apellidos como muestra de mi comportamiento pero no lo haré aunque alguno de mi entorno próximo parece no haber entendido nada. Ni PROMUDE, las facturas y el urbanismo, el vertedero, la Cantera y ahora SCAFA me van a hacer cambiar y, aún menos, en esta etapa de mi vida. No deben continuar por la necedad de pretender tapar las fechorías cometidas trasladándome responsabilidades que no tengo, pues no deseo entrar en ese terreno.

Mis diferencias con los grupos políticos y con algunas personas estaban motivadas porque yo no accedía a que sus intereses prevalecieran sobre el interés general o la legalidad,  pero no por ello debo reconocer que pude hacer posiblemente un mayor esfuerzo para evitar situaciones de crispación que aunque perjudicaron mucho más a quienes iniciaron el conflicto,  a todos afectaron.

Nunca represalié a ningún trabajador del Ayuntamiento porque no está en mi naturaleza pero tampoco me dejé intimidar por la presión de nadie. A lo largo de mi vida he procurado olvidar el escarnio y el odio que me han prodigado inexplicablemente personas a las que he favorecido en reiteradas ocasiones, esforzándome en ayudarlas cuando podría perfectamente haberlos dejado a su suerte. En 2007,  el número de parados era de setecientos treinta y ocho, el 3,6 por ciento, Cabra y Lucena,  el 5 por ciento. Conseguimos al año siguiente el 3 por ciento de paro, con seiscientos treinta y uno desempleados.

Pero ahora debo dejar constancia de los episodios que marcaron este mandato y que,  aún hoy,  no son conocidos por la opinión pública porque han sido objeto de airadas polémicas que han impedido que la verdad se abra paso. Los acotaré en los más relevantes aunque uno ya está comentado que es el caso PROMUDE. Continúo con el vertedero, las facturas falsas y el urbanismo, la cantera y SCAFA.

El Vertedero

En 2004, la empresa TECMED,  del grupo FCC, contactó con el Ayuntamiento a través del empresario de la limpieza Francois Poveda, para ubicar un vertedero en Baena. Con cautela y prevención mantuve una primera reunión con sus directivos en la que me expusieron su ambicioso proyecto.

Dejé claro desde el primer momento que en Baena no habría residuos tóxicos ni peligrosos acumulados como ocurre en Nueva Carteya o en Córdoba, que estaría alejado de las poblaciones que quedaría supeditado a las autorizaciones de la Junta de Andalucía y a la aprobación de todos los grupos políticos municipales.

Visité Santovenia en Valladolid, donde la empresa tiene un vertedero de inertes y peligrosos, ciertamente bien gestionado. Fechas después lo visitaron los portavoces del PA, PP, IUCA y PSOE. Todos acordaron apoyar el proyecto en Baena sin acumulación de vertidos tóxicos.

La empresa, ante esta aceptación, redactó el proyecto. Pero mientras que yo estaba en Honduras participando como ponente de un encuentro de modelos de mancomunidades –donde,  por cierto las maras son capaces de matar por diez euros–, el ambiente se caldeó y la comarca se incendió porque algunos grupos de presión y los partidos políticos entendieron que era una ocasión única para mi desgaste político y personal.

El primero en descolgarse fue Manuel Pérez,  que el 25 de agosto de 2004 creó una plataforma antivertedero con apoyo de los pueblos de la comarca a los que había logrado convencer de que la ubicación de la planta afectaría al futuro del olivar. Incluso el Ayuntamiento de Córdoba se pronunció con un cinismo que le llevaría a quedárselo para sí cuando en Baena fracasó.

Ante la oportunidad política, el PP también secundó el desmarque y, entre unos y otros y grupos organizados de la sociedad fundamentalmente de otras poblaciones,  calentaron el ambiente hasta tal punto de que en Valenzuela,  la directora del colegio, V. Meneses, no impidió que se colgaran escritos de niños de pocos años en el tablón de anuncios  en los que se me tildaba de "asesino" y "ladrón".

Obviamente, los críos estaban manipulados. La directora tuvo que pedir disculpas ante las autoridades educativas –carta que conservo– dando muchas explicaciones. Me juró odio eterno y me lo demostró años después como concejala.

Hubo manifestaciones antivertedero en las que muy poca gente de Baena participó. Tras un tiempo de amenazas anónimas e incluso personales en Pleno, culminaron en una feroz agresión a mi casa por una horda dirigida por mi colega de Valenzuela que conocía que mi mujer estaba sola y yo en Madrid. Milagrosamente,  la puerta no la arrancaron de los goznes a pesar de la violencia empleada. Tras ella, mi mujer soportó la salvajada estoicamente.Nadie la amparó.

Los grupos políticos saben y reconocen que todos estaban de acuerdo. Baena perdió cien puestos de trabajo por un vertedero a 18 kilómetros y a más de 10 de otras poblaciones y, sin embargo, soportamos el de Carteya de peligrosos a 6 kilómetros.

Los vertederos son imprescindibles y una muestra de civilización. La prueba evidente es que todos los rectores de las universidades andaluzas vinieron a Baena a solidarizarse conmigo y con el Gobierno municipal por nuestra posición mantenida en momentos muy complicados. Ante esta violencia,  la empresa abandonó y Baena perdió una vez más otra oportunidad traducida en cien puestos de trabajo como mínimo y un sustancioso canon para el Ayuntamiento.

La cantera

La empresa de los hermanos Márquez,  creo que de Montilla,  de extracción de áridos había localizado un lugar en nuestra sierra muy próximo a la urbanización del Zambudio en el que, al parecer,  existía material de excelente calidad para la construcción de carreteras. En aquellas fechas se creía firmemente que la Junta transformaría en Autovía la A-18 con un trazado muy próximo al terreno citado, lo que rentabilizaba aún más su valor.

Desde el primer momento me opuse pero la presión llegó a ser insoportable,  pues habían movido desde despachos muy influyentes llegando a recoger dos mil firmas de apoyo. Los grupos políticos aprovecharon el momento generando un revuelo considerable en la opinión pública.

En el PSOE,  algunos también se dejaron seducir por el canto de sirena que en algún caso se debió a la presión personal a la que se vieron sometidos o porque lo creyeron de buena fe,  pensando que la Cantera podía ser beneficiosa para Baena sin comprender que hubiera sido un verdadero infierno a corta distancia de Baena y que el Zambudio se hubiera convertido en inhabitable.

No quiero recordar las amenazas, presiones e incluso un intento anónimo de soborno que no pude identificar, algo que fue la primera vez que me ocurría. En absoluto puedo responsabilizar a los empresarios porque no tengo pruebas para ello pero sí había otros muchos que esperaban hacer gran negocio con esta explotación que,  al final,  sólo hubiese empleado a diez o doce personas y algunas máquinas, seguramente todo foráneo.

Incluso la consejera de Medio Ambiente estaba a favor por la sesgada información que le había llegado hasta que personalmente le hice ver que este gran enredo solo era especulativo y beneficioso para pocos. Para acabar con este riesgo, modifiqué por la vía de urgencia el Plan de General de Ordenación Urbana para que en esa zona no se pudiera llevar a cabo extracción de áridos. No fue fácil porque la presión me llegaba de todas partes: de dentro y de fuera de Baena.

El Tejar

En 2005 firmé el convenio con El Tejar que nos ingresaba quinientos mil euros anuales por tasas mientras existiera la planta. Mi sucesora,  en una acción reprobable e irregular,  y con la colaboración del alcalde Rojano y otros, rebajó esta cantidad a cien mil euros sin competencia, sin legalidad reconocida y con ocultación, en una actuación de la que aún no ha dado una sola explicación pero estoy convencido de que habrá de darla sin pasar demasiado tiempo, de acuerdo con el relato que El Confidencial Andaluz ha publicado recientemente y el diario El Mundo en su día y, también, por el conocimiento que como exalcalde tengo.

La restauración de San Bartolomé

La restauración de la iglesia de San Bartolomé corrió a cargo del Ayuntamiento casi en su totalidad. Don Manuel Cuenca fue el alma y el director de orquesta. El arquitecto, el mismo de Santa María, Jerónimo Sanz Cabrera. La relación entre ambos, muy difícil. Yo hube de buscar el dinero y acelerar las obras antes de que el templo se derrumbara sobre las casas adyacentes.

Mi amigo Manuel Cuenca fue, como Virgilio, pero además técnico y capataz y yo, el alcalde que tuvo la dicha de tomar las decisiones para legar la historia de Baena a las nuevas generaciones. La restauración,  que quedó espléndida y auténtica,  la inauguró el arzobispo de Sevilla, monseñor Asenjo Pelegrina, al que tengo en altísima consideración como hombre sabio y bueno y, al mismo tiempo, humilde. Contra criterio médico asistí a la inauguración, pues estaba hospitalizado en Cabra.

Albendín

La Entidad Local Autónoma (ELA) de Albendín fue una reivindicación que personas que me merecen todos los respetos tuvieron durante bastantes años y puede que aún la mantengan. Pero a diferencia de los independentistas catalanes,  lo hacían respetando la ley y a las personas.

Pasaron años complicados y hube de emplearme a fondo para convencer,  con la ayuda de Pepe Calvo y buena parte de la población de Albendín,  que seguir con Baena era bueno para todos, respetaba la historia y,  sobre todo,  apostaba por el futuro de las nuevas generaciones.

Tuvimos que redoblar el esfuerzo para atender las necesidades –que a veces no lo eran tanto–, duplicando equipamientos y servicios hasta tal punto que Albendín tenía y tiene más oferta cultural, deportiva, social y un callejero mucho más cuidado, o al menos hasta el año 2011, que Valenzuela o cualquiera de las poblaciones homologables.

Digamos que acordamos un estatuto de una amplia autonomía que no sé cómo funciona ahora. La nueva ley hace inviable la ELA porque ha elevado muchísimo las condiciones para obtenerla. Sinceramente,  creo que eso es bueno para ellos y para Baena en general.

Estuve a punto de poderme despedir de mis queridos albendileños o albendinenses. Según supe en su momento, la señora alcaldesa se opuso al acto que la cooperativa tenía medio organizado,  tal como hizo en otros supuestos similares que no siempre los organizadores secundaron.

Facturas falsas y urbanismo

Las facturas falsas y el urbanismo fueron un caso judicializado y mediático que, debo reconocer, me hizo daño personal y no sé si político. La trama estaba muy bien organizada por el matrimonio Arenas- Muñoz,  con ayuda profesional y con la persecución continuada durante años del diario El Mundo, que me dedicó tantas noticias –e incluso alguna de tirada nacional– como a Luis Bárcenas sin haber sido citado ni como testigo en ninguno de los procedimientos abiertos.

Pedro J. Ramírez, director de El Mundo, tenía una estrecha relación con Rejón, que no andaba lejos de este entramado. Las facturas falsas siguen aún judicializadas por un recurso de los propios denunciantes, aunque ya ha habido una sentencia previa. Por tanto, me abstengo de hacer ningún comentario: sólo diré que fracasaron en su objetivo de cazarme en ninguna actuación mínimamente dudosa y que los más perjudicados, sin duda,  han sido quienes pretendieron acabar conmigo con montajes que,  de sobra,  son conocidos por la hemeroteca y que demuestran el enorme esfuerzo de todo tipo que llevaron a cabo para una venganza absolutamente injustificada,  pues jamás tomé represalia sobre los denunciantes. Al contrario, les ayudé en todo lo que pude.

Las denuncias que hicieron también el citado matrimonio y un vigilante de obras despechado fueron archivadas todas porque yo ordené tiempo atrás una inspección general a la Policía Local para sancionar cualquier actividad ilegal en el campo, independientemente de si algunos de los expedientes pudo haber prescrito o no. Este enredo daría para guión de una mala película de la Baena oscura.

El nuevo instituto

He dejado a propósito para el final de este capítulo el relato de la construcción del nuevo instituto que,  posiblemente,  fue la apuesta más arriesgada que hice en mis dieciséis años de alcalde. Conocía la decisión de la Junta de Andalucía de no construir un IES nuevo en Baena ni de reparar el viejo y caduco edificio de la calle Duque de Ahumada.

Utilicé toda mi experiencia y capacidad para sacar adelante este proyecto que consideraba y considero vital para el presente y futuro de Baena. El mejor centro público de Andalucía en su estándar para formar a nuestros jóvenes y a los de nuestro entorno.

Desde el 2004 hasta la inauguración en 2011, pasaron siete años de lucha contra casi todo. La Junta de Andalucía había dejado claro que en su planificación no habría nuevo IES en Baena en muchas décadas. Los grupos municipales vieron un instrumento de desgaste contra mí y lo utilizaron fieramente. Bastantes profesores habituados a su rutina de años y por la centralidad del viejo centro también se opusieron. Sin embargo,  conté con la comprensión y colaboración del director y de otros profesores.

Los padres.  divididos. Al frente de los que se oponían furibundamente,  Carlos Arenas,  que creo recordar que fue presidente de la AMPA en los primeros años. Defendiendo nuestra propuesta recuerdo especialmente a Antonio Galisteo, Francisco Plaza y otros padres y baenenses con visión de futuro.

Cuando se me enjuicia con benevolencia se me tiene como un alcalde firme, con visión larga, no demasiado estúpido, honesto y patriota local. Pero creo que mi mayor virtud,  si alguna tengo como cargo público y al mismo tiempo destructiva en lo personal, fue y es mi obsesiva fijación en el objetivo que hay que alcanzar y que me hacía no dar ninguna causa por perdida. Así lo hice en los regadíos durante ocho años; en el Castillo, más de cinco años; en el Teatro Liceo, casi nueve años; en San Pedro, quince años y en muchos casos más.

Pero ninguno de ellos llegó a ser tan complicado y difícil para mí como el del instituto. Ideé una estrategia para conseguir hacer realidad el IES. Quejándome ante la Junta de Andalucía me compensaron para no construir el nuevo centro con un nuevo colegio en el centro histórico que yo anhelaba como una forma de mantener vivo el casco, el Virrey del Pino, para frenar el deterioro que entonces era imperceptible.

También mejoraron Valverde y Perales,  pero mi objetivo irrenunciable era el nuevo instituto y,  para conseguirlo,  amagué con ubicarlo en Amador de los Ríos, ampliando lo existente con nuevos cuerpos edificatorios, pero consciente de que sería rechazado.

Y así fue alegando la insuficiencia de espacio,  que era lo que yo esperaba para ofrecer lo que realmente yo perseguía: construir el nuevo IES en la Ronda Norte. Propuse a la Junta de Andalucía,  a través de la empresa de construcción de educación, un convenio revolucionario que no tenía precedente,  por el que el Ayuntamiento construiría el centro con una aportación de la Junta de Andalucía y una permuta de los suelos del antiguo instituto por los dieciséis mil metros cuadrados del Plan Parcial Ronda Norte,  de cesión obligatoria al Ayuntamiento para equipamiento educativo. 

El 1 de junio de 2006,  el arquitecto José Seguí y yo presentamos el proyecto del nuevo IES en el Teatro Liceo dando a conocer que era el mejor de Andalucía en su módulo, puesto que contemplaba la construcción de un nuevo pabellón cubierto reglamentario, un salón de actos notablemente mayor y más de mil metros cuadrados de espacio docente y quinientos de servicios comunes por encima de lo exigido en la norma, además de setenta metros cuadrados de servicios administrativos superior a los de otros institutos.

En resumen, construimos nueve mil metros cuadrados frente a los siete mil que la Junta de Andalucía solía realizar en los centros para un número similar de alumnos. La Junta se comprometió a sufragar el 26 por ciento del presupuesto total, 1.684.829 euros, y el resto sería aportado por el Ayuntamiento con la enajenación del suelo del viejo instituto que,  en aquellos años de desarrollismo,  tenía un precio muy elevado hasta alcanzar los más de siete millones de euros que la Junta exigía.

Pero llegó la crisis y los cinco millones de euros que esperábamos de la venta del solar se convirtieron en la nada cuando estaban ya las obras contratadas por el Ayuntamiento y avanzadas, puesto que yo no había escatimado en hacer un centro de futuro, el precio de la construcción pasó de los siete a bastante más de nueve millones de euros.

Las peripecias que viví para lograr su financiación en plazo se quedan, como otras cosas, para mí. Sólo me faltaban más de seis millones de euros a pesar de que la Junta elevó su aportación. Aún así,  faltaban en torno a cuatro millones. Rosa Aguilar, en aquellos años consejera de Obras Públicas, colaboró con la compra del solar pero, ante la crisis, no llegó a los dos millones y aún faltaban otros dos que no había forma de conseguir. Las obras estaban concluyendo y las certificaciones había que pagarlas.

Mis “amigos” creyeron que era mi final tanto político como personal, pero volvieron a errar. En un tenso encuentro con el consejero de Educación y sin contar con el apoyo del secretario general del PSOE, Juan Pablo Durán, llegamos a escenificar tal confrontación en el patio del Parlamento Andaluz que llamamos la atención del propio presidente, que no andaba lejos, y acercándose recuerdo que sin apenas mirarnos le dijo al consejero: “atiende a lo que te diga el alcalde”.

Muy en el fondo, yo me guardaba la carta que nunca utilicé de hacer ver que el nuevo instituto, a pesar de los incumplimientos del Ayuntamiento,  era exclusivo patrimonio de la Junta de Andalucía,  que conocía perfectamente el proyecto y que, por tanto, tenía que asumir su financiación.

Así fue cómo Baena tiene el mejor IES de Andalucía del módulo para la población escolar que está diseñado. Reitero que costó 9,6 millones de euros cuando el estándar de la Junta era de 7,3. Mi compensación es ver cómo nuestros jóvenes, como mi nieto, estudian y se forman en un centro educativo homologable con cualquier lugar de Europa y saber que si no hubiera arriesgado con la fórmula que empleé,  Baena no tendría un nuevo centro en muchísimas décadas,  puesto que habrían arreglado el viejo y así quedaría para muchas generaciones.

El profesor León de Toro,  en el cincuenta aniversario de la fundación del IES Carrillo de Sotomayor,  reconoció este esfuerzo en una frase que lo honra y no es que sea precisamente afín. El director, políticamente correcto, calló.

Fue seguramente mi reto más difícil, pero no el único pues también en otras arriesgadas apuestas logramos lo que era inimaginable como el regadío, Torreparedones, el Castillo, las mejoras de los ríos, las restauraciones de monumentos, ser durante años el municipio con menor desempleo o las altísimas inversiones.

Estas compensaciones me hicieron soportar las miserias y mezquindades que nunca he podido comprender y, menos aún, de las personas a las que más ayudé. De Torreparedones y de otros errores y aciertos hablaremos en el último capítulo de mi memoria.

LUIS MORENO CASTRO

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