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El sacerdote montillano Juan Laguna Navarro se hace cargo de la Parroquia de San Bartolomé de Baena

Juan Laguna Navarro se ha hecho ya cargo de la Parroquia de San Bartolomé Apóstol de Baena. El sacerdote montillano renovó este lunes su fe y prestó juramento de fidelidad al magisterio de la Iglesia durante la Missio, un solemne acto que tuvo lugar en el Palacio Episcopal de la capital ante la presencia del obispo de Córdoba, Demetrio Fernández, y de los vicarios de la Diócesis.



El rezo del Ángelus daba comienzo a la Missio, en la que los presbíteros que han recibido nuevos encargos renovaron su fe ante Demetrio Fernández, quien reconoció que “normalmente, el cambio perturba los planes pero todos obedecemos la voluntad de Dios y hay que dar fruto donde Dios nos pone”.

El grueso de los cambios se hizo público el pasado 23 de junio. De este modo, Juan Laguna Navarro fue nombrado nuevo párroco de San Bartolomé Apóstol de Baena. Hasta ahora, el sacerdote montillano venía dirigiendo la Parroquia de Santa María la Mayor, labor que compaginaba con su trabajo como juez diocesano del Tribunal Eclesiástico.

Nacido en Montilla el 3 de julio de 1979, Juan Laguna Navarro fue ordenado sacerdote el 24 de junio de 2006, poco antes de cumplir los 27 años. Un día más tarde, presidió su primera eucaristía en la Parroquia de Santiago Apóstol de Montilla, donde estuvo acompañado por un sinfín de familiares y amigos.

Junto al recién estrenado sacerdote, el altar mayor de la iglesia mayor de Montilla contó con el entonces vicario de la Campiña, Mario Iceta, hoy obispo de Bilbao; con el canónigo ya fallecido Antonio León y con el entonces párroco de Santiago, Miguel Varona Villar.

Tras haber ejercido como párroco de la iglesia de Nuestra Señora del Castillo de Fuente Obejuna, así como en las aldeas de Argallón, La Coronada, Piconcillo, Cañada del Gamo y Aldea de Cuenca, en junio de 2015 fue trasladado por el obispo de Córdoba a la Parroquia de Santa María la Mayor de Baena.

A primeros de 2015, su labor pastoral fue complementada con una nueva responsabilidad: la de adjunto al Defensor del Vínculo del Tribunal Eclesiástico, una figura que adquiere una singular importancia en el proceso matrimonial canónico, al proponer y manifestar de oficio todo aquello que, a juicio de la Iglesia, puede aducirse "razonablemente" contra la nulidad o disolución del sacramento del matrimonio.

Casi dos años más tarde, Juan Laguna Navarro juró su nuevo encargo pastoral como juez diocesano del Tribunal Eclesiástico, mientras Jesús María Moriana hizo lo propio como nuevo Defensor del Vínculo, en sustitución del sacerdote montillano.

J.P. BELLIDO / REDACCIÓN
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