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La estación de penitencia del Santo Entierro puso el broche a los días centrales de la Semana Santa

La solemne procesión del Santo Entierro puso anoche el broche de oro a unos soleados y concurridos días centrales de la Semana Santa de Baena. Los protagonistas fueron los de siempre: el ambiente, el olor a incienso y cera, la multitud de nazarenos, el colorido de los judíos coliblancos y colinegros y la veintena de pasos que hicieron su estación de penitencia desde los diferentes templos de la localidad.

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La mañana del Jueves Santo amanecía con las camareras dando los últimos toques a las imágenes que en unas pocas horas iban a desfilar por las calles de Baena. El día del Amor Fraterno se vivió de manera intensa desde bien temprano con el acto de las Confesiones en la iglesia conventual de San Francisco por parte de la Turba de Judíos de la Cola Negra. Tras la recogida del hermano mayor de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, Javier Muñoz, se celebró una ofrenda floral en el monumento al Judío, un acto en el que también participó la Hermandad de Nazarenos para dar cumplimiento a un ritual con más de cuatro siglos de historia.

A primera hora de la tarde los templos de la localidad eran un incesante ir y venir de cofrades y fieles para presenciar los Santos Oficios de la Santa Cena del Señor. En la parroquia de Santa María la Mayor los Apóstoles de la Ilustre Archicofradía de la Vera Cruz y Nuestro Padre Jesús del Prendimiento protagonizarían el lavatorio de pies. En la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe el nuevo consiliario de la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús, Santo Cristo del Calvario y Soledad de María Santísima, Jesús Joaquín Corredor, tras realizar por primera vez el lavatorio de los Apóstoles, colocó las llaves del Sagrario a la Virgen de la Soledad, un acto muy emotivo tras el cual los veladores del Santísimo quedaron durante toda la noche en oración.

Sobre las 17.00 de la tarde, una vez instituida la eucaristía, más de 6.000 cofrades participaron en un lucido desfile de Estaciones organizado por la Agrupación de Cofradías de Semana Santa para realizar la visita a los sagrarios, finalizando sobre las 21.30 de la noche en la Plaza del Ángel de Santa María la Mayor. Es desfile, encabezado este año por los judíos de la Cola Blanca, estuvo presidido por la junta de gobierno de la Agrupación de Cofradías con Juan Carlos Roldán al frente por último año, ya que cumple sus ocho años de mandato en la entidad y no podrá renovar en el cargo según marca el estatuto marco de la Diócesis.

En torno a las 21.00 de la noche el viejo barrio de la Almedina era protagonista del Abrazo de los Apóstoles en el Llano de Santa Marina, donde una multitud expectante contempló en este marco histórico el Prendimiento de Jesús por parte de la turba de judíos de la Cola Blanca después de la bendición de Nuestro Padre Jesús del Prendimiento.

Media hora después daba comienzo la estación de penitencia de la Ilustre Archicofradía de la Vera Cruz y Nuestro Padre Jesús del Prendimiento con las sagradas imágenes de Cristo preso, San Pedro en el paso del arrepentimiento, el Santísimo Cristo Nazareno de la Vera Cruz, el Cristo de la Humildad, San Juan y la Virgen de la Esperanza. Los orígenes de esta cofradía se remontan a la primera mitad del Siglo XVI, desapareciendo sus sagradas imágenes en la guerra civil y alcanzando su etapa de mayor esplendor en la década de los años 80, cuando se recuperó gran parte del patrimonio de la cofradía.

Para esta edición de 2016 la Hermandad de la Vera Cruz estrenaba la corona de espinas realizada por el mismo autor que trenza la del Cristo de la Buena Muerte de Málaga. Por su parte, la imagen del Cristo de la Humildad presentó un nuevo aspecto de su paso procesional, un cambio de imagen que finalizará en la Semana Santa de 2017. La hermandad de los 'cebolletas' también incorporaba dalmáticas, faroles y mujeres ataviadas con la clásica mantilla española, recuperando así una tradición que se perdió en el tiempo.

El Cristo de la Humildad también estrenaba cruz de guía en madera con remates en plata y el Crismón de Baena, símbolo de la hermandad. Por último María Santísima de la Esperanza de San Juan estrenaba unos jarrones que fueron bendecidos en la noche del Jueves de Pasión durante el miserere que la cofradía realizaba en su sede canónica, la iglesia de Santa Marina.

La 'madrugá' baenense iba cobrando forma de manera vertiginosa, ya que a las 1.00 de la madrugada daba comienzo el Vía Crucis del Santísimo Cristo del Perdón (Silencio) por las angostas calles del viejo barrio árabe y que por segundo año consecutivo comenzaba su desfile con el reparto de grilletes y cadenas desde el viejo Castillo de los Fernández de Córdoba para trasladarse hasta el templo de Santa María la Mayor, donde se rezaría la primera estación del Vía Crucis por parte del nuevo párroco de Santa María la mayor, Juan Laguna Navarro.

Singular belleza despierta esta estación de penitencia bajo el silencio de la tambora y el arrastrar de las cadenas que portan sus hermanos con una cruz a cuestas, a la vez que realizan diferentes cruces con la Única Cuadrilla de Judíos Arrepentidos que al toque de sus tambores estremecen el corazón de Baena. La principal novedad de esta cofradía la protagonizaba la imagen del Cristo del Perdón, que ha sido restaurado por Salvador Guzmán.

La noche se iba adentrando. Los cofrades aguardaban el momento más esperado por los baenenses durante toda la noche. Esta noche Baena no duerme, espera despierta que el reloj marque las 6.00 de la mañana para ver al Nazareno en el dintel de San Francisco y escuchar los sones de la Centuria Romana que interpreta el himno nacional a la vez que las banderas de la turba de judíos de la Cola Negra se mecen al viento.

La Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno es la más numerosa debido al gran número de judíos que participan, además de los cientos de fieles que alumbran al Nazareno para cumplir alguna promesa por un favor concedido a lo largo del año. A la imagen del Nazareno le acompañan la Vera Cruz, que abre el cortejo procesional, María Magdalena, la Verónica, San Juan y su madre, la Virgen de los Dolores.

Cuando la cofradía llegó a la Plaza de la Constitución, en torno a las 11.00 de la mañana, se escenificó un año más el abrazo de los Apóstoles y el encuentro del Nazareno con las imágenes de la cofradía. También tenía lugar el auto sacramental de Adán y Eva y el sacrificio de Isaac, conocido popularmente como 'el costalico romero'. Una multitud de personas abarrotaron el lugar para ver como el apóstol Pedro cortaba la oreja al romano Malco antes de que el Nazareno fuera prendido y sentenciado por Pilatos. Tras despedirse de su madre y María Magdalena, la Verónica limpió su rostro portando el pañuelo con el rostro del Nazareno en su regreso a la conventual de San Francisco.

Y la noche se hizo luto en Baena tras la recogida de las parroquias y los miembros de la corporación municipal por parte de la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús, Santo Cristo del Calvario y Soledad de María Santísima para dar comienzo a su estación de penitencia desde la Iglesia dominica de Guadalupe. El Santo Entierro iniciaba su desfile procesional en torno a las 20.00 de la tarde abriendo el cortejo el gallardete de la cofradía y la imagen del Dulce Nombre de Jesús, obra anónima del siglo XVIII que fue donada por el Consistorio. La imagen era portada por los cofrades más jóvenes de la cofradía.

La turba de judíos de la Cola Blanca fue la protagonista del tambor en esta noche junto a la Cuadrilla de Judíos Arrepentidos, popularmente conocidos como los 'enlutaos', que portan tambor ronco en señal de duelo. Asimismo, en esta noche la Cuadrilla de Sayones realiza durante distintos tramos del desfile procesional el paso del sorteo de la túnica de Jesús.

Entre los tronos de esta procesión destaca la urna del Santo Sepulcro, una valiosa obra de la orfebrería cordobesa realizada en plata repujada situada sobre una canastilla flanqueada por cuatro ángeles en sus esquinas. Este año la cofradía presentaba importantes novedades, ya que la imagen del Cristo del Calvario ha sido restaurada por Ana Infante. Desde su vuelta a Baena, el cristo yacente ha estado expuesto al culto en su capilla de Guadalupe, clavado en la antigua cruz del Santo Sepulcro.

Tras los Oficios del Viernes Santo la imagen era desclavada del madero para ser introducida en el Sepulcro, rememorando así un paso perdido por esta cofradía como es la escenificación del descendimiento. Otros estrenos fueron el sudario de la Vera Cruz, el nuevo aspecto de la imagen de San Juan o la novedosa vestimenta de María Magdalena.

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REDACCIÓN / ANDALUCÍA DIGITAL

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