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Eres un As

La verdad es que la vida nos da sorpresas y el campo del saber o, si lo prefieren –para no aparecer como pedantes–, el campo de la culturilla, aún más. Vamos con el vocablo “as”. Si consultamos su significado en el diccionario, nos encontramos con cuatro acepciones: palo de la baraja con el número uno; cara del dado con un solo punto; moneda romana de cobre y persona que sobresale notablemente en algo –vamos, un fuera de serie–.



¿Dónde está la sorpresa? No se impacienten que, a su debido tiempo, será desvelada. En la actualidad, oír que te dicen que “eres un as” seguro que nos permite henchirnos de satisfacción hasta reventar de gusto. Es lógico que si el piropo va dirigido a nosotros, nuestra boca se parta en dos amplias y jugosas mitades, que van de oreja a oreja, como si fuera una sandía, al esbozar una sonrisa.

Cuando afirmamos que tal deportista, tal actor, incluso tal político (aquí el sobresalto puede que nos lo llevemos, pero a la contra) es un “as”, nos congratulamos porque dicho calificativo le hace honor, incluso al político, como veremos más adelante. Y es que estamos identificando “as” con una persona fuera de serie, como un campeón, alguien sobresaliente en un determinado ámbito (cuidado, no confundirlo con sobrero que o se refiere a alcornoque o sobra o hace sobres o es el toro que aguarda en toriles por si hace falta; también puede significar cabrón o cornudo porque, realmente, le “sobra” a su mujer). En definitiva que el calificativo “as” lo identificamos habitualmente con un elogio (merecido o no, eso ya es otro cantar).

¿Sabían los lectores que la palabra “as” originariamente era un insulto, un improperio? Ante la pregunta formulada alguien podrá pensar que es imposible y, en segundo lugar, que pretendo tomarles el pelo. Lejos de mí burlarme de nadie y, menos, engañar, acción ésta última que detesto.

¿Cuál es su auténtico significado? En tiempos de María Castaña, quien te calificaba de “as” estaba llamándote “asno” (burro, borrico…, y cuya lista de sinónimos nos conduce a necio, memo, lerdo…, entre otros tantos). Han leído bien. ¿Verdad que este cambio de sentido resulta inesperado? Como dato curioso hay que decir que dicho significado ha permanecido vigente hasta principios del siglo XX. ¡No hace mucho! ¿Algún político cuadraría aquí?

Pero como siempre se aprende algo nuevo, aún hay más información sobre esta palabra. Si vamos a la RAE, as es “una carta que representa cada palo de la baraja de naipes con el número uno”. Siguiendo con el Inventario de insultos, éste nos aporta otra lenguaraz variante del término. En el mundo de la prostitución “el as de bastos es el pene” y “el de oros el trasero” vulgarmente llamado culo y, en culto y fino, ano. Y nos dice que, para un sodomita, tener ambas cartas sería un triunfo. A buen entendedor…

La expresión de Mari Castaña ya era usada en la literatura del Siglo de Oro español. Por tanto, hay que remontarse a 1600, como menos, que es tanto como decir que eso ocurrió en los tiempos de Matusalén. Es decir, hace ya muchísimo años. ¿Y quién es María Castaña? Resumo datos rastreados en “San Google”, evitando copiar por si me coge el profe… Parece ser que fue una galleguiña que encabezó una revuelta contra el Obispado de Lugo por el cobro abusivo de impuestos. Fue el pueblo quien la convirtió en heroína por su valentía. Las fechas de Mari Castaña nos llevan a finales del siglo XIV (1386) y de eso hace ya bastante.

La referida historia está documentada. Mi sorpresa salta al ruedo cuando descubro que además podría ser que, según el Diccionario de seres míticos gallegos, dicho personaje proceda de un antiguo cuento de origen celta cuya figura central se llama Auburn Mary. Mi inglés es nulo pero no hay que ser muy inteligente y si usamos un poco de sentido común podremos deducir que dicha Mary Auburn se traduce como Mari Castaña.

PEPE CANTILLO
FOTOGRAFÍA: DAVID CANTILLO
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