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Pasión y devoción en los días grandes de Baena

El sol y el calor fueron los protagonistas de los días grandes de la Semana Santa baenense. Con gran afluencia de público en las calles, la ciudad volvió a vivir de manera intensa la multitud de nazarenos, el incesante sonido de los judíos coliblancos y colinegros y la devoción por una veintena de pasos que hicieron su estación de penitencia desde los diferentes templos de la localidad.

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El día del amor fraterno se vivió en Baena de manera intensa, comenzando desde bien temprano con el acto de las Confesiones en la iglesia conventual de San Francisco por parte de la turba de judíos de la cola negra y la Cofradía de Nuestro Padre Jesús Nazareno, que realizó tras la recogida del hermano mayor y la Hermandad de Nazarenos una ofrenda floral al monumento al judío.

Se trata de un ritual con más de cuatro siglos de historia, el cual se realiza desde la fundación de la cofradía, en el año 1589, aunque se ha ido modificando con el tiempo, ya que hace algunos años en este acto se realizaba el lavatorio de los Apóstoles de la cofradía nazarena, que desde hace algunos años se realiza en la parroquia de San Bartolomé a la hora de los Oficios y que realiza conjuntamente con los Apóstoles de la Cofradía de Nuestro Padre Jesús del Huerto y San Diego.

A primera hora de la tarde los templos de la localidad eran un incesante ir y venir de cofrades y fieles para celebrar los Santos Oficios de la Cena del Señor. En la parroquia de Santa María la Mayor los Apóstoles de la Ilustre Archicofradía de la Vera Cruz y Nuestro Padre Jesús del Prendimiento protagonizarían el lavatorio de pies.

En la parroquia de Nuestra Señora de Guadalupe, el consiliario de la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús, Santo Cristo del Calvario y Soledad de María Santísima colocaría las llaves del sagrario a la Virgen de la Soledad, un acto bastante emotivo tras el cual los veladores del Santísimo quedarían durante toda la noche en oración junto al sagrario.

Sobre las 17.30, una vez instituida la eucaristía, más de 6.000 cofrades participaron en el desfile de Estaciones que organiza la Agrupación de Cofradías para realizar la visita a los sagrarios, finalizando sobre las 21.30 de la noche en la puerta del Ángel de Santa María la Mayor. Este año abrían el desfile los judíos de la cola negra, precedidos de las figuras de los Evangelistas y los figurantes del sermón del paraíso, que se celebra en la mañana del Viernes Santo en la Plaza de la Constitución.

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En torno a las 21.00 de la noche el viejo barrio de la Almedina era protagonista del abrazo de los Apóstoles en el Llano de Santa Marina, donde una multitud expectante contempló en este marco histórico el prendimiento de Jesús por parte de la turba de judíos de la cola blanca tras la bendición de Nuestro Padre Jesús del Prendimiento. Durante la realización de este acto, el pregonero de la Semana Santa, Vicente Mejías, puso voz en off al momento de la escenificación, que resultó bastante emotiva al realizarse entre las viejas murallas del Castillo.

Al finalizar daba comienzo la estación de penitencia de la Ilustre Archicofradía de la Vera Cruz y Nuestro Padre Jesús del Prendimiento con las sagradas imágenes de Cristo preso, San Pedro en el paso del arrepentimiento, el Santísimo Cristo Nazareno de la Vera Cruz, el Cristo de la Humildad, San Juan y la Virgen de la Esperanza. Los orígenes de esta cofradía se remontan a la primera mitad del Siglo XVI, desapareciendo sus sagradas imágenes en la Guerra Civil y alcanzando su etapa de mayor esplendor en la década de los años ochenta, cuando se recuperó en gran parte la totalidad del patrimonio de la cofradía.

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Para esta edición de 2015 la Hermandad de la Vera Cruz estrenó dos dalmáticas que acompañaron a la imagen del cristo nazareno con los incensarios. La imagen estuvo acompañada por una Agrupación Musical de Alcalá de Henares, que hizo que el paso fuese muy aplaudido durante el desfile procesional. La imagen del prendimiento estrenaba túnica de terciopelo donada por un hermano y la hermandad del Apóstol Pedro estrenaba seis farolillos de plata con el escudo de la hermandad, además de la restauración de los rostrillos de las siete virtudes teologales.

La madrugá baenense iba cobrando forma de manera vertiginosa, ya que a las 1.00 de la madrugada daba comienzo el Vía Crucis del Santísimo Cristo del Perdón (Silencio) por las angostas calles del viejo barrio árabe. La novedad de este año es que los hermanos hicieron el reparto de grilletes y cadenas en el Castillo, desde donde se trasladaron al templo de Santa María la Mayor.

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Singular belleza despierta esta estación de penitencia bajo el silencio de la tambora y el arrastrar de las cadenas que portan sus hermanos con una cruz a cuestas. Durante el recorrido volvieron a cruzarse con la hermandad de los enlutaos, que dan un toque de sobriedad a esta mágica noche.

Se iba adentrando la noche con un ir y venir de gente aguardando el momento más esperado por los baenenses. Baena esperaba despierta que el reloj marcara las 6.00 de la mañana para ver al Nazareno en el dintel de San Francisco y escuchar los sones de la Centuria Romana interpretar el himno nacional a la vez que las banderas de la turba de judíos de la cola negra se mecían al viento.

Un viva Nuestro Padre Jesús Nazareno por el hermano mayor de la cofradía, Javier Jesús Muñoz, rompía el silencio de este mágico instante y las lágrimas corrieron por las mejillas de varios fieles mientras se escuchaban varias saetas de Inmaculada Triguero y Eduardo Tarifa.

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Esta cofradía es la más numerosa debido al gran número de judíos que participan, además de los cientos de fieles que alumbran al Nazareno para cumplir alguna promesa por un favor concedido a lo largo del año. A la imagen del Nazareno le acompañaron la Vera Cruz, que abre el cortejo procesional, María Magdalena, la Verónica, San Juan y la Virgen de los Dolores.

La Cofradía de Jesús Nazareno se caracteriza por el colorido que luce en la mañana del Viernes Santo baenense, que contrasta con el luto y la sobriedad de la noche. Cuando la cofradía llegó a la Plaza de la Constitución, en torno a las 11.00 de la mañana, se realizó el abrazo de los Apóstoles y el encuentro del Nazareno con las imágenes de la cofradía.

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Después se realizó el auto sacramental de Adán y Eva y el sacrificio de Isaac, conocido popularmente como el costalico romero, estrenando este año estos personajes bíblicos una vestimenta que sustituía a la anterior. Multitud de personas abarrotaron el lugar para ver como el apóstol Pedro cortaba la oreja al romano Marco antes de que el Nazareno fuera prendido y sentenciado por Pilatos. Tras despedirse de su madre y María Magdalena, la Verónica limpió su rostro portando el pañuelo con el rostro del Nazareno en su regreso a la conventual de San Francisco.

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Y la noche se hizo luto en Baena tras la recogida de las parroquias y el Ayuntamiento por parte de la Cofradía del Dulce Nombre de Jesús, Santo Cristo del Calvario y Soledad de María Santísima para dar comienzo a su estación de penitencia desde la Iglesia dominica de Guadalupe.

Se iniciaba el desfile procesional en torno a las 20.30 de la tarde, abriendo el cortejo el gallardete de la cofradía y la imagen del Dulce Nombre de Jesús, obra anónima del siglo XVIII que fue donada por el Consistorio hace ahora un par de años y que era portada por los jóvenes de la cofradía.

La turba de judíos de la cola blanca fue la protagonista del tambor en esta noche, junto a la única cuadrilla de judíos arrepentidos (enlutaos) que portan tambor ronco en señal de duelo. En esta noche la cuadrilla de sayones realiza durante distintos tramos del desfile procesional el paso del sorteo de la túnica de Jesús.

Entre los tronos de esta procesión destaca la urna del Santo Sepulcro, una valiosa obra de la orfebrería cordobesa realizada en plata repujada, situada sobre una canastilla que tiene en sus cuatro esquinas ángeles. Su cristo yacente es del siglo XVII.

CARLOS BERNAL / BAENA DIGITAL

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