El mundo de las alcantarillas del poder trata de conseguir información sobre los temas que afectan al Gobierno utilizando cualquier herramienta a su alcance. Ha sido así siempre y lo seguirá siendo toda la vida. En las últimas semanas han aparecido dos noticias especialmente conflictivas.
En una de El Confidencial Digital se apuntaba el temor de los dirigentes de Podemos de estar controlados por agentes del CNI. En otra, de El Mundo, el comisario Villarejo ha denunciado que en Asuntos Internos de la Policía se ha investigado la información que Bárcenas podía esconder sobre las actividades sucias del Partido Popular.
En los dos casos, la experiencia apoya la verosimilitud de las denuncias. El Gobierno tiene razones suficientes para necesitar información sobre ambos casos, porque puede afectar a su estabilidad. En el caso de Podemos porque es un movimiento que levanta preocupación en muchos países occidentales por sus propuestas revolucionarias como la de sacar a España de la OTAN.
Digan lo que digan, es un tema que afecta profundamente a la estabilidad del país tal y como lo concebimos, argumento suficiente para desplegar las redes del servicio secreto sobre ellos. Eso sí, como Podemos es una organización legal, siempre habrá que desmentirlo.
El argumento es más complicado de explicar en el caso de Bárcenas, pues si bien es cierto que sus denuncias afectan al Gobierno, en realidad el más afectado sería el Partido Popular. La historia de la democracia no tiene muchos casos en los que sectores de la Policía hayan entrado en estos temas, principalmente porque al moverse en el terreno de la ilegalidad, se suelen dejar en manos de los espías.
El secreto es más propio de ellos y cuentan con la ventaja de que no tienen la cultura de la Policía de trabajar para los jueces y dentro de los límites de la legalidad. Muchos han pensado que si la creación de los GAL se hubiera encargado al entonces CESID y no a la Policía, el tema nunca habría sido descubierto.
Difícilmente sabremos si es real el espionaje a Podemos porque estas cosas el CNI las hace muy bien, pero lo de Bárcenas, con un policía cabreado como Villarejo, que es un fontanero experto, es otra cosa. Han intentado implicarle en la trama del "pequeño Nicolás" y no les va a perdonar. Este sí puede ser un gran escándalo político.
En una de El Confidencial Digital se apuntaba el temor de los dirigentes de Podemos de estar controlados por agentes del CNI. En otra, de El Mundo, el comisario Villarejo ha denunciado que en Asuntos Internos de la Policía se ha investigado la información que Bárcenas podía esconder sobre las actividades sucias del Partido Popular.
En los dos casos, la experiencia apoya la verosimilitud de las denuncias. El Gobierno tiene razones suficientes para necesitar información sobre ambos casos, porque puede afectar a su estabilidad. En el caso de Podemos porque es un movimiento que levanta preocupación en muchos países occidentales por sus propuestas revolucionarias como la de sacar a España de la OTAN.
Digan lo que digan, es un tema que afecta profundamente a la estabilidad del país tal y como lo concebimos, argumento suficiente para desplegar las redes del servicio secreto sobre ellos. Eso sí, como Podemos es una organización legal, siempre habrá que desmentirlo.
El argumento es más complicado de explicar en el caso de Bárcenas, pues si bien es cierto que sus denuncias afectan al Gobierno, en realidad el más afectado sería el Partido Popular. La historia de la democracia no tiene muchos casos en los que sectores de la Policía hayan entrado en estos temas, principalmente porque al moverse en el terreno de la ilegalidad, se suelen dejar en manos de los espías.
El secreto es más propio de ellos y cuentan con la ventaja de que no tienen la cultura de la Policía de trabajar para los jueces y dentro de los límites de la legalidad. Muchos han pensado que si la creación de los GAL se hubiera encargado al entonces CESID y no a la Policía, el tema nunca habría sido descubierto.
Difícilmente sabremos si es real el espionaje a Podemos porque estas cosas el CNI las hace muy bien, pero lo de Bárcenas, con un policía cabreado como Villarejo, que es un fontanero experto, es otra cosa. Han intentado implicarle en la trama del "pequeño Nicolás" y no les va a perdonar. Este sí puede ser un gran escándalo político.
FERNANDO RUEDA