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El año en que se juega España

Pocos años asoman con las apasionantes perspectivas de este 2015 recién nacido. Para lo bueno y para lo malo, según el color con que se mire. De inicio, y nada más abrir los ojos, dio la primera campanada, a lo mejor una de las que se tragó Canal Sur: la prima de riesgo, aleluya, bajó de los 100 puntos y el bono a diez años se redujo hasta el 1,5 por ciento.

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Hace poco mas de dos años, en aquel julio de infarto de 2012, anduvimos por los 630 y el 7,5 de intereses, lo que hacia que cada euro que nos prestaban nos costara más que sangre. Televisión había que tenía día y noche esos indicadores en pantalla ante el inminente colapso y caída en el embargo-rescate que auguraban al unísono los 300 profetas económicos del Apocalipsis que ahora se cabrean muchísimo si se les recuerda.

Pocos se atrevían a decir siquiera "¡Aguanta. Mariano!". Pero Rajoy aguantó el envite, aunque ahora tampoco, y por supuesto, ninguno se lo reconozca en lo más mínimo. Y desde luego ni la noticia ni los datos permanezcan más de unos segundos en pantalla. Si es que salen siquiera y menos para comentario alguno.

Es lógico en el fondo. La guerra electoral ha comenzado y no se admite ninguna veleidad amable con el enemigo. Aquí se le ocurre a alguno confraternizar como aquellos soldados ingleses y alemanes en la Primera Guerra Mundial y lo fusilan en el partido. No en el de fútbol que aquellos echaron sino en el de las siglas, que es ahora la patria única y verdadera de tantos.

El año viene preñado de pasiones, emociones y conflictos. La mayoría con fecha y resultado. Tres cruciales lides: municipales, generales y lo de Cataluña, que no sabemos aún si se jugará con el pie o con la mano. En ellas se juega el futuro de España y hasta España misma, según se ha concebido desde hace más de 500 años. Casi nada.

La primera pregunta que hay que resolver será cuántas y cuáles van a ser las pérdidas del ahora enorme poder del PP. Hasta qué punto le va a afectar el desgaste de la terrible crisis y su enfangamiento, que no por extendido a otros no deja de haberles calado hasta los huesos.

El primer test: las municipales. Y piedras de toque: Madrid, Alcaldía y Comunidad; Valencia, idem; las ocho capitales andaluzas; y Extremadura y Castilla-La Mancha. Algunas pérdidas serían asumibles, perderlo casi todo, el gran desastre que indicaría que las generales, en principio a finales de año, aunque puede que en enero del siguiente, supondrían la salida de Moncloa e incluso que, in extremis, pudiera haber renuncia del candidato, Mariano Rajoy. No es algo que deba descartarse.

El PP va a intentar desde hoy mismo revertir la situación de déscredito global en que se encuentra. Al menos, y sobre todo, entre sus propios votantes. Sus bazas empiezan en esa economía, en cómo cogieron el país y cómo lo van enderezando.

La prima es una cosa, lo mismo que el PIB, que crece con mayor vigor cada trimestre, al igual que el consumo, los coches, las hipotecas y las exportaciones. Muy bien todo. Como si es de verdad que nos han bajado los impuestos.

Pero la prueba del nueve es el empleo y los parados. Confían en que el año será de alegría, que los primeros datos –incluso los del pasado diciembre– ya sean más que esperanza y que se apuntalen de tal forma que concluya con una cifra por debajo del 20 por ciento. Que es la leche agria la cifra, pero mejor que un 25 sin duda.

Pero ni siquiera les vale con eso: han de escenificar y que, al menos, haya quien se lo crea, que están decididos a la limpieza y a ser implacables con sus corruptos. En ello y en lograr trasmitírselo a las gentes estriba gran parte de su futuro electoral inmediato. Soñar con mayorías absolutas es hoy quimérico pero llegar al 35 por ciento supondría un victoria. Sobre todo por las implosión a su izquierda.

Porque el PSOE, al igual que el PP, tienen prueba de fuego. Están en cierto modo asimilados por muchos como parte de un mismo todo y los casos de corrupción los hermanan, por muy de Don Limpio que se ponga Sánchez: toda Gürtel tiene un ERE y en las Black y en las Cajas jugaban al tuya-mía, con IU y los sindicatos entrando gozosos al reparto.

Los socialistas tienen, con todo, la pretensión de lograr ganar perdiendo. O sea, que aunque hasta bajen en votos venga a resultar que puedan configurar mayoria de izquierdas que desplacen a los populares de comunidades y alcaldías. Pero ese cuento tiene un fallo. ¿Y si resulta que no son ellos los hegemónicos del presunto pacto? Porque esa es otra de las derivadas cruciales: ¿quien se va a quedar con el santo y seña de la izquierda?

La disputa va a ser más que enconada, el resultado muy incierto y los futuros aun más complicados. Porque aquí ningún pacto será facil. El PSOE supone que, como siempre, si ellos son la mayoría en su campo, habrá que darle los votos para “echar a la derecha”. Y ese es el pacto que ofrece y “acepta” pero siempre suponiendo que ellos como cabeza.

Pero ¿y si no lo son? ¿Y sin son ellos quienes han de apoyar a los otros, sea Podemos o la suma de ellos e IU, o lo que sea como magma, como hegemónicos? ¿Entregarán el santo y la pena los socialistas? Porque saben que ello es entregarla, como la primogenitura y por un plato de lentejas.

Pero, y a la contra, si sale lo que suponen, Sánchez viene a decir que sí, que pacta pero ¿aceptarán los demás el pacto? Podemos no se mueve en los parámetros clásicos ni parece que les interese tanto lo municipal y sí diferenciarse de lo que consideran “casta”. A día de hoy pinta que si ganan ellos, vale, pero que si pierden, pasan. Aunque les será dificil sustraerse de que pudiendo hacerlo no contribuyan a defenestrar al PP.

Pero no son solo ellos, ni con el añadido de IU, que habrá de decidir qué hace con su cuerpo: si se inmola, si se entrega o si resiste. Ellos quieren pactar con Podemos pero Podemos no quiere ni oír hablar de ellos. Se los quiere comer, como Saturno pero al revés, sin más preambulos.

Los hijos, porque en cierta manera y en muchos casos lo son, lo que quieren es sustituirles y mejorarles. En IU no son pocos los que están de acuerdo, pero otros aguantan y la actitud soberbia, sobrada y prepotente de Podemos puede ser el peor de los remedios. Está dejando a muchos dirigentes de IU sin otra opción que dar la batalla, aunque sea por la supervivencia.

Podemos aspira a todo. Lo primero, fagocitar y convertirse en el referente de la izquierda; y luego, asaltar el poder y la Moncloa. Todo está diseñado. Pero le faltan los votos. Incluso en las encuestas que mejor les pintan. Los pájaros pueden acabar en la cazuela pero también escapar volando y ni el PSOE está ya “pasado” ni siquiera IU digerida. Que Podemos es lo emergente, nadie lo duda. Que alcance la cima, es otra y muy diferente harina.

Porque no solo es Podemos quien emerge. Otros lo están haciendo. Con más sordina, con no tanto impacto pero de manera cada vez más solida. Otra batalla se decidirá en las urnas entre Ciudadanos y UPyD. Que parece tener un vencedor cada vez más decantado propiciado por la actitud de Rosa Díez.

Las gentes de Rivera se están consolidando y creciendo en todo el territorio nacional. Hay ya encuestas que les dan a nivel nacional por delante de UPyD y casi a la par de IU. Y, en Cataluña, aparecen como tercera fuerza y referente constitucional máximo.

Ciudadanos puede ser una gran sorpresa, incluso hasta llegar a configurarse para muchos votantes en la alternativa a Podemos. Tiempo habrá de analizar este nuevo fenómeno pero, al menos, lo dejo esbozado y la posibilidad de que en los pactos tras las urnas acaben ellos por jugar un papel determinante.

Me da que van a contar mucho más de lo que se supone. En las autonómicas, en las municipales y en las generales. Que en todas van a jugar todos y muchos más de los que jugaban antes, porque desde luego el bipartidismo vivido durante tantos años no volverá a ser el mismo.

Y como decía al inicio, puede que ni siquiera España. Porque nos la vamos a jugar en cada elección y se va a jugar en Cataluña de manera decisiva. A dia de hoy nada puede ser afirmado porque no lo saben ni los propios separatistas cuál es su hoja de ruta y colisión. Buscan lo mismo pero peleados y se observan serias grietas y pérdida de empuje.

Allí, además, la irrupción de Podemos, aunque les pueda suponer cercanía a algunos de sus postulados, les descuadra el tablero y los descompone. En unos días sabremos si hay elecciones anticipadas y cómo.

Pero aunque las convoquen, ya parece que no será con lista única y que nadie tiene nada seguro lo que de esas urnas salga y lo que después se haga con esos votos. La declaración unilateral de independencia es algo que viene muy bien como soflama, declararla es sedición y, ante ello, ni siquiera los más fanáticos saben que quedarían sin respuesta ni consecuencias, que hasta pueden ser dramáticas. Si quieren que les diga la verdad, del año 2015 eso es lo que más temo.

ANTONIO PÉREZ HENARES
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