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El país del ocio

Es posible que, en alguna ocasión, más de un aficionado a la cultura japonesa se haya preguntado cómo pasan el tiempo nuestros amigos nipones. Desde la perspectiva occidental, los vemos como personas muy trabajadoras y responsables. Tanto jóvenes como adultos pueden pasar muchísimas horas en sus institutos y sus trabajos. Pero, como cualquiera, también necesitan su momento lúdico y de descanso. ¿Cómo se entretienen en su tiempo libre?

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En España, las actividades más comunes son ir al cine, al teatro O salir con nuestros amigos a tomar una copa a un pub. Entre nuestros jóvenes existe el famoso “botellón”. Otros se decantan por los deportes como el fútbol, la natación e, incluso, la escalada. También se incluyen en nuestros pasatiempos leer, ver la televisión o jugar a videojuegos, entre otras actividades.

En Japón las cosas son un poco diferentes y han ido variando a los largo de los años. El interés por las actividades de ocio surge a partir de los años cincuenta, gracias a la recuperación económica tras la Segunda Guerra Mundial. Se crearon todo tipo de instalaciones, como parques de atracciones o balnearios.

A partir de los sesenta, empiezan a generalizarse los automóviles. Se mejoran las infraestructuras de las carreteras y se expanden por todo el país. Ello lleva a que se empezaran a realizar más viajes familiares y excursiones.

Con la llegada de los años setenta se buscan actividades más baratas y de ubicación fácil. Se incluyen las prácticas de algún deporte, idas a salones recreativos o actividades en centros culturales. Tras el estallido de la burbuja económica en los noventa, se empiezan a realizar actividades culturales y de aprendizaje. Por ejemplo, cursos de todo tipo.

Y finalmente, a partir del 2000, los japoneses buscan aficiones más acordes a su persona. Desde la práctica de deportes, idas al cine, jugar a videojuegos, ver anime, leer manga y el ocio estrella: los karaokes.

En España, al contrario que en Japón, ir a karaokes es una actividad poco popular. Alguno de los motivos puede ser la falta de intimidad de estos sitios. No a todo el mundo le gusta cantar delante de desconocidos.

Otro motivo son las esperas. Por lo general, vemos mucha gente en el sitio y pocos micrófonos. La consecuencia es que se acude mucho menos a los karaokes. Se echa mano de la consola de turno, con su juego correspondiente de canto.

En Japón la cosa es muy distinta. El karaoke se cree que fue creado por Daisuke Inoue en los años ochenta. Es un sitio muy popular entre los jóvenes, pero también son el principal lugar de reunión familiar, de amigos e, incluso, de compañeros de trabajo.

Es un lugar en el que se paga por horas. El recepcionista atiende al cliente y le asigna una sala en función del número de personas. Se accede a una habitación privada e insonorizada con sofás y mesas.

En ella encontramos un gran libreto de canciones entre las que se puede elegir. Insertando un código numérico en el karaoke se reproducirá la canción en la pantalla. Además de eso, en la sala pueden pedirse aperitivos y bebidas llamando al teléfono de recepción. En estos sitios los precios de diario no suelen ser muy caros, entre 10 y 15 euros. Además, a veces se ofertan barra libre de bebidas.

Otra actividad de tiempo libre muy popular en Japón es la visita a fuentes termales u Onsen. Es muy común que el japonés medio, que vive en la ciudad, busque un lugar apartado y al aire libre para reposar. Son bien conocidas las propiedades minerales de las aguas de la montaña. Muchas zonas termales se conciben como lugar vacacional y de descanso.

Como hemos comprobado a lo largo de este artículo, la cultura del ocio en Japón está muy extendida y no es muy distinta a la nuestra. A pesar del prototipo de japonés serio y trabajador, también disfrutan de sus ratos libres realizando todo tipo de actividades.

SARA B. PATRÓN / REDACCIÓN
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